Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, seamos felices con la gracia de nuestro Divino Redentor en las condiciones que nos toquen vivir, gocemos la libertad de los hijos de Dios, la alegría de combatir el pecado mortal en nuestra alma, apreciemos nuestra estadía en la tierra como un lugar de paso a la eternidad, veamos en la muerte, la puerta hacia la eternidad, contemplemos con fruición la cosmovisión cristiana de la vida.
Cuando el alma se serena, cuando ve en las cosas del mundo otros tantos medios de alcanzar la eterna bienaventuranza, cuando deja de buscar en las cosas transitorias su salud espiritual, cuando centra su vida en Dios nuestro Señor y alcanza la madurez espiritual, se alegra en el fin de su existencia, cobra sentido su vida en las circunstancias que la Providencia determine.
"¡Tarde te amé, Belleza siempre antigua y siempre nueva! Tarde te amé. Tú estabas dentro de mí, pero yo andaba fuera de mí mismo, y allá afuera te andaba buscando." San Agustín, Confesiones, libro X, capítulo XXVII.
Iniciemos por sosegar nuestros sentidos y pasiones, por poner orden en nuestra alma, por entronizar al sagrado Corazón de Jesús en nuestra vida, por entender que no podremos tener todo a nuestro gusto, pero con la gracia de Dios podemos trabajar con tenacidad e inteligencia en nuestro bien eterno y temporal.
"El hombre bueno y pacífico todas las cosas echa a la buena parte. El que está en buena paz, de ninguno sospecha. El descontento y alterado, con diversas sospechas se atormenta: ni él sosiega, ni deja descansar a los otros. Dice muchas veces lo que no debiera, y deja de hacer lo que más le convendría. Piensa lo que otros deben hacer, y deja él sus obligaciones." Imitación de Cristo II, III, 1.
Dediquemos una mañana, o parte de nuestro día, a examinar nuestra vida, a tener una piadosa lectura espiritual, a tener un momento de oración, a platicar con Dios nuestro Señor, a meditar con calma las verdades eternas; en síntesis, serenemos nuestra alma para preparar una morada para nuestro Divino Redentor.
Errores, fracasos, caídas y recaídas, casi todos hemos padecido en nuestro caminar, pero nunca es tarde para reestructurar nuestra vida, para que disminuya nuestro amor propio y crezca la confianza en Dios nuestro Señor.
Ten ánimo, querido hermano, revitaliza tu vida con la gracia de Dios, levántate de tus hierros, inicia una nueva vida tomado de la mano con Jesús; aunque el mundo no te acepte y mucho menos te comprenda, Dios te está esperando para iluminar tu vida, para sacar la mejor versión de ti, para que lleves el buen olor de Cristo.
Roguemos a la augusta Madre de Dios, se digne bendecirnos, fortalecernos, y sostenernos en la gracia de Dios, hagamos lo que está de nuestra parte, perseveremos en nuestras santas resoluciones, buscando en todo amar y servir a Dios nuestro Señor.
Dios te bendiga.