Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, cuanta necesidad tenemos de confiar en la Divina Providencia, de acrecentar nuestra fe ante las vicisitudes de cada día, de abandonarnos en las manos de Dios nuestro Señor. "El espíritu es el que da vida, la carne nada aprovecha. Las palabras que yo os he dicho, espíritu y vida son." San Juan VI, 64.
Algunas cosas nos preocupan, y no sin razón, lo cual nos debe obligar a trabajar con inteligencia, método y constancia cada día; pero es necesaria la fe y confianza en Dios nuestro Señor, el santo abandono en las manos de Jesús, la conformidad con la voluntad de Dios. "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna." San Juan VI, 69.
Debemos cumplir con nuestras obligaciones de estado, acudir frecuentemente a la oración, frecuentar la sagrada confesión, asistir a la santa misa, comulgar con pureza de conciencia, invocar a la augusta Madre de Dios, pedir la intercesión de los Santos de nuestra devoción, y aprender a esperar en la misericordia de Dios nuestro Señor.
Nuestro tiempo en la tierra es breve, la vida después de la muerte no tiene fin, los cuerpos de los difuntos resucitarán y se volverán a unir con sus almas para la eternidad, en el cielo o en el infierno, ¿Qué haría un condenado si tuviese el tiempo que yo tengo? Y yo, ¿qué hago?...
Roguemos a la Santísima Virgen María, nos fortalezca en la fe, nos alcance las gracias necesarias, y nos conceda la santa perseverancia.
"Esta Madre de misericordia es sumamente benigna, sumamente dulce, no solo para con los justos, sino también para con los pecadores desesperados. Por lo cual al ver que estos acuden a Ella, y al oír que buscan de corazón su ayuda, acude luego a su socorro, les acoge y les alcanza el perdón de su Hijo:" San Alfonso María de Ligorio, 'Las glorias de María', capítulo III, § 2º, página 111.