17 Mar
17Mar

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, tomados de la mano con Jesús, la vida tiene sentido, en la riqueza o en la pobreza, en la salud o en la enfermedad, en la vida larga o corta, siempre que estamos unidos a nuestro Señor Jesucristo, nuestras obras son merecedoras de la eternidad; "Pues tú, hijo mío, fortifícate en la gracia, que es en Jesucristo". II Timoteo II, 1. 

Nuestro sentido es Jesucristo nuestro Señor, en cualquier época, momento o circunstancia de la vida, la gracia de Dios nos fortalece, nos recuerda que nuestra patria es el paraíso, nos impulsa a la eternidad, nos eleva a una vida sobrenatural. 

"Es pues la fe la sustancia de las cosas que se esperan, argumento de las cosas que no aparecen. Porque por esta alcanzaron testimonio los antiguos. Por fe entendemos que fueron formados los siglos por la palabra de Dios, para que lo visible fuese hecho de lo invisible. Por fe ofreció Abel a Dios mayor sacrificio que Caín". Hebreos XI, 1. 

Por la fe esperamos la bienaventuranza eterna, por la fe creemos en la absolución de los pecados, en la presencia real en el Santísimo Sacramento, por la fe en nuestro Señor Jesucristo la vida tiene sentido: "El justo vive de fe." Romanos I, 17.  

¡Qué importante es rezar con fe!, ofrecer nuestras obras, creer en el perdón de los pecados, en el poder de la santa misa, en la mediación de la bienaventurada Virgen María, en la intercesión de los Santos, en las verdades reveladas por Dios y propuestas por la Iglesia para ser creídas como dogmas de fe.

Roguemos a la santísima Virgen María, aumente nuestra fe, nos conceda la perseverancia final, y nos alcance la eterna bienaventuranza. 

"Esta Madre de misericordia es sumamente benigna, sumamente dulce, no solo para con los justos, sino también para con los pecadores desesperados. Por lo cual al ver que estos acuden a Ella, y al oír que buscan de corazón su ayuda, acude luego a su socorro, les acoge y les alcanza el perdón de su Hijo:" San Alfonso María de Ligorio, 'Las glorias de María', capítulo III, § 2º, página 111. 


Dios te bendiga.


  

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