Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, un escollo para la vida espiritual, es el inmiscuirnos en la política de sacristía, el apasionarse en los puntos de vista de los hombres de iglesia, el tomar partida de una manera abrupta, por encima del cuerpo de doctrina definido por el magisterio de la Iglesia Católica.
No confundamos la fe católica, con la adhesión a una opinión, postura o definición de un hombre de iglesia; desde luego tenemos libre albedrío, inteligencia y voluntad para tomar las decisiones más oportunas, provechosas y saludables para nuestro bien.
¿Cuánto se pierde en las discusiones interminables, en las diatribas fundadas sobre opiniones particulares?... De una manera sutil, inadvertida algunas veces, se mezcla la doctrina de la Iglesia, convirtiéndosele en un problema considerable.
"Cuantas veces estuve entre los hombres, volví menos hombre. Lo cual experimentamos cada día cuando hablamos mucho... Por esto al que quiere llegar a las cosas interiores y espirituales, le conviene apartarse de la gente con Jesucristo." Imitación de Cristo I, XX, 2.
Vivamos en la gracia de Dios nuestro Señor, ocupémonos de nuestra salud espiritual, adelantemos en las virtudes cristianas, lo demás puede esperar... Hay personas que no van a entender, que están instaladas en un sistema de polémica permanente, de discusiones constantes, que se alimentan de las diatribas.
"El que instruye al escarnecedor, se agravia a sí mismo; y el que corrige al impío, se mancha a sí mismo. No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca. Corrige al sabio, y te amará." Proverbios IX, 7.
Busquemos la verdadera devoción a la augusta Madre de Dios, pongámonos bajo su égida, protección y amparo, roguemos con instancia, nos alcance las gracias necesarias, para vivir cristianamente conforme a nuestro estado de vida, alcanzado así, la bienaventuranza eterna.
"La Iglesia santa atribuye a la Virgen por el mérito de su fe, la destrucción de todas las herejías: Regocíjate, María, de haber destruido tú sola las herejías en todo el mundo." San Alfonso María de Ligorio, 'Las glorias de María', -de las virtudes de María santísima-, § 4º, página 279.
Dios te bendiga.