Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, en ocasiones nos preocupamos, y no sin razón, de los bienes materiales con los cuales podamos subsistir en la presente vida, pero aún es más importante, ocuparnos en la salvación eterna de nuestra alma, la cual es para siempre, y más allá de momentos de fervor, debemos tener un estilo de vida católica, una forma habitual de vivir que nos permita tener la gracia de Dios, dar fruto de nuestros dones y talentos, guardar los mandamientos, de manera uniforme, constante, permanente, a pesar de los altibajos a que estamos sujetos por nuestra humana naturaleza, por nuestros limitantes obvios, fortaleciéndonos de manera habitual en la comunión de los santos.
"Una sola cosa he pedido al Señor, esta volveré a pedir, que more yo en la casa del Señor todos los días de mi vida." Salmo XXVI, 4.
Es fundamental meditar en las verdades reveladas por Dios, en la duración de la gloria eterna, en la existencia del infierno y las penas que ahí se padecen, en la importancia de vivir en estado de gracia, en la gloria que gozan los bienaventurados; en fin, es importante alimentar nuestro cerebro con la doctrina revelada por Dios nuestro Señor, convencernos del espíritu del Evangelio, vivir las enseñanzas de la santa madre Iglesia, y de esta manera tener el escudo de la fe contra las acechanzas del mundo, demonio, y carne.
"Porque nosotros no tenemos que luchar contra la carne, y la sangre: sino contra los principados, y potestades, contra los gobernadores de estas tinieblas del mundo, contra los espíritus de maldad en los aires. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios; para que podáis resistir en el día malo, y estar cumplidos en todo." Efesios VI, 12.
Somos personas de costumbres, que por supuesto se nos facilitan las más placenteras, pero también podemos adecuarnos a las que son en bien de nuestra salud espiritual, como es el vivir en gracia de Dios, el frecuentar los sacramentos, la constante oración, y tantos hábitos benéficos para nuestra salvación.
"Realmente, las cosas de acá no son más que medios o instrumentos de que nos debemos valer para llegar al término." San Ignacio de Loyola, ejercicios espirituales.
Es cuestión de empezar, con obras pequeñas, pero constantes, advirtiendo que el camino no es fácil, pero tampoco imposible, es cuestión de empeñarse, de aprender a conocerse, de estudiar las circunstancias de nuestros errores y pecados, para prevenirnos, para no exponernos, antes al contrario, construir las circunstancias que nos favorezcan, que nos resguarden, que nos ayuden a nuestra salud espiritual, a ser posible escribirlas y repasar nuestras notas espirituales, enriqueciéndola con la lectura espiritual.
Roguemos a la santísima Virgen María, Madre del Verbo encarnado, que nos ayude a sostenernos en la gracia de Dios, hasta entrar en el reino de los cielos.