Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, debemos trabajar constantemente en nuestra salud espiritual, pero no desfallecer ante nuestros defectos, imperfecciones, errores; pues la perfección espiritual es un camino de toda la vida, siempre hay cosas que mejorar, hagamos nuestro mejor esfuerzo pacientemente, sin caer en la desesperación, en la desconfianza; de tal manera, que hagamos lo que está de nuestra parte, esperando en Dios el fruto por la perseverancia.
Algunas veces, cuando parece que todo marcha bien, aparecen las faltas que pensamos habíamos superado, incluso nuevos errores que tal vez habíamos señalado en nuestros hermanos, y suele presentarse un desconsuelo, una molestia, una tristeza con nosotros mismos, a manera de reclamo por falta de la perfección que nos exigimos, en la cual nos sentimos empoderados, fuertes, pero puede mezclarse con los resquicios de la soberbia inadvertidamente, y bien podemos utilizar estos sucesos para fundarnos en la santa virtud de la humildad.
Solo Dios conoce lo más profundo de cada corazón, las intenciones de cada obra, los movimientos internos de las acciones; y también sabe que somos criaturas imperfectas, heridas por el pecado original, dañadas por la concupiscencia; hechos que debemos aprovechar para conocernos y no esperar tanto de la industria humana, confiar más bien en la misericordia de Dios, atribuir las obras buenas que podamos hacer a la gracia que no ha quedado estéril en nosotros.
Nuestra grandeza estriba en ser templos de Dios, morada de la augusta Trinidad, ayudar a la salvación eterna de las almas, dar gloria a Dios con nuestra vida ordinaria.
"¡Tarde te amé, Belleza siempre antigua y siempre nueva! Tarde te amé. Tú estabas dentro de mí, pero yo andaba fuera de mí mismo, y allá afuera te andaba buscando." San Agustín, confesiones, libro X, capítulo XXVII.
Cristo vive en nosotros por la gracia, por eso debemos darnos un tiempo cada día para estar con nosotros mismos, para entregarnos a la oración, a la meditación de las verdades eternas, a la lectura espiritual, para hablar con nuestro Señor, en fin, llevar el buen olor de Cristo en la libertad de los hijos de Dios.
"Busca tiempo a propósito para estar contigo, y piensa con frecuencia en los beneficios de Dios. Deja las cosas curiosas." Imitación de Cristo I, XX, 1.
Roguemos a la augusta Madre de Dios, nos enseñe a vivir en unión con su divino Hijo, mueva nuestra voluntad y entendimiento para entregarnos a la oración, nos conceda la santa perseverancia final.