Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, el santo Evangelio de san Mateo nos dice las palabras de nuestro Divino Redentor: "Dad pues al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios"; frase que hemos escuchado, pero pocas veces reflexionado en lo que debemos entregar al Autor de nuestra vida, pues de Él hemos recibido todos los dones y talentos, por Él hemos sido redimidos, se nos perdonan los pecados, se nos abren las puertas del paraíso.
Vemos como Dios nuestro Señor de los males saca bienes, pues nos narra el Evangelio como los fariseos se confabularon para sorprender a Jesús en lo que hablase, y le preguntaron:
"Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios según la verdad, y sin consideración a quienquiera que sea, porque no miras a la calidad de las personas. Dinos, pues, ¿qué te parece, es lícito pagar el tributo al César, o no? Mas Jesús, conociendo su perversidad, repuso: ¿por qué me tentáis, hipócritas? Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le ofrecieron un dentario. Díjoles entonces Jesús: ¿De quién es esta figura e inscripción? Y al responderle ellos: del César, dijo entonces Jesús: dad pues al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios." San Marcos XXII, 15.
Aprovecha la pregunta maliciosa nuestro Señor, para dar cátedra de lo que debemos entregar a Dios, de quien hemos recibido la existencia, la vida misma, los dones y talentos, al grado que el mismo san Pablo escribe: ¿que tenéis que no halláis recibido de Dios?... De que nos podemos gloriar amados hermanos, si somos criaturas de nuestro Señor, a quien debemos adorar en espíritu y en verdad, cuya ley debemos guardar, en quien debemos esperar todo nuestro bien, tan es así, que hemos sido constituidos templos del Espíritu Santo.
"¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?" Corintios III, 16.
"¿No sabéis, que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?" Corintios VI, 15.
"La gracia santificante convierte al justo en templo del Espíritu Santo. (sentencia cierta)" Ludwig Ott, manual de teología dogmática, página 396.
¿Cuánto le debemos a Dios nuestro Señor? Sencillamente todo, por lo cual debemos vivir en gracia, apartarnos del pecado, guardar los mandamientos, llevar el buen olor de Cristo, y en eso estriba nuestra realización, en la medida que nos entreguemos a Dios, que desarrollemos nuestros dones y talentos, que perseveremos en la sana doctrina, en esa misma medida será nuestra plena satisfacción.
Roguemos a la augusta Madre de Dios, se digne alcanzarnos las gracias necesarias para estar plenamente conscientes de nuestra realidad, del compromiso que tenemos, de tal manera, que transformemos en hechos la fe que profesamos, dando testimonio de nuestro amor y devoción a Dios nuestro Señor.