Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, nuestra estadía en la presente vida es una peregrinación a la eternidad, nuestra patria es el paraíso, donde Dios tiene una morada para nosotros, y así, todas las cosas en la tierra que habitamos son transitorias y terminan con la muerte, como dice la salve: "desterrados hijos de Eva", y así, debemos trabajar por alcanzar la bienaventuranza, pues tenemos la libertad que nos permite amar y servir a Dios nuestro Señor.
Debemos ser muy responsables de nuestra vida, de la cual seremos juzgados el día de nuestra partida en el juicio particular, ¿qué estamos haciendo por nuestra salvación?... Debemos asegurar nuestra entrada en el cielo con la verdadera devoción a la bienaventurada Virgen María, la cual en el sentir de los padres de la Iglesia, es señal de salvación eterna; hacer la devoción de la confesión y comunión de los primeros nueve viernes de mes en honor del sagrado Corazón de Jesús, que tienen promesa de salvación, así como los primeros sábados de mes en honor de la Madre de Dios, entre otras devociones que hechas con rectitud de intención nos prometen la entrada en el cielo.
"A los que comulguen el primer viernes de cada mes, durante nueve meses consecutivos, le concederé la gracia de la perseverancia final". Promesa número doce del sagrado Corazón de Jesús.
¿Realmente es difícil salvarse?... muchas veces es la ignorancia en materia de religión, la que puede hacer creer que es cuestión de suerte, azar, o casualidad; cuando en realidad es fruto del trabajo personal, es la unión de la gracia de Dios y nuestra libre cooperación animada por la fe, son nuestras obras vivificadas por la gracia la que nos abre las puertas del cielo.
"Y he aquí le presentaron un paralítico postrado en un lecho. Y viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, ten confianza, que perdonados te son tus pecados." San Mateo IX, 2.
Nuestro Señor nos alienta con su infinita misericordia a buscar nuestra salvación, en su gran amor a los hombres, conocedor de nuestra fragilidad, nos ha concedido a la santísima Virgen María, como madre y refugio nuestro, de los pecadores arrepentidos; esta buena Madre nos ha entregado el santo Rosario, por medio del cual podemos alcanzar todas las gracias necesarias para nuestra salud espiritual.
"El que con devoción rece mi rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna." Promesa número seis a los que rezan el rosario.
Queridos hermanos, procuremos instruirnos en la devoción y promesas del sagrado Corazón de Jesús, en los beneficios para quienes rezan el santo Rosario, en la vida de los santos que ha sido transformada por la gracia de Dios, en la infinita misericordia de nuestro Divino Redentor para con el pecador arrepentido, en la dulzura divina para el corazón contrito y humillado, en su infinito deseo por la salvación eterna de nuestras almas.
Roguemos a la augusta Madre de Dios, se digne ampararnos, protegernos, y librarnos de la muerte eterna, infundiéndonos el amor a su divino Hijo, y la perseverancia final.
"Tan dueña es María de los bienes de Dios, que da a quien quiere, cuanto quiere y como quiere todas las gracias de Dios, todas las virtudes de Jesucristo y todos los dones del Espíritu Santo, todos los bienes de la naturaleza, de la gracia y de la gloria." San Luis María G. de Montfort, "El amor de la sabiduría eterna", capítulo XVII, No. 207.