05 Feb
05Feb

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, en la vida espiritual existen días de mucho fervor sensible, otros de sequedades, de tribulaciones, de desasosiego, de incertidumbre; siendo lo importante mantenernos en pie de lucha, buscando el mayor provecho para nuestras almas y para la de nuestro prójimo, de tal manera que en la prosperidad o en la adversidad saquemos ventaja, pues como dice el apóstol san Pablo: todas las cosas son para bien de los que aman a Dios. 

Hay épocas donde el alma se suele estancar, perder el vigor por su santificación, y hasta cierto punto es parte de la miseria humana, por eso el vigor o la fortaleza no debe fundarse en los sentimientos del momento, sino en las razones fundadas en la fe revelada por Dios, de tal manera que estemos eufóricos o desconsolados continuemos con nuestra vida espiritual, claro esta, que es un trabajo que no termina, es una labor de la gracia y de nuestra cooperación, buscando al Dios de los consuelos y no los consuelos de Dios. 

"Sano o enfermo, rico o pobre, sabio o ignorante, honrado o despreciado, con este o con aquel genio, con muchos o pocos dotes, aptitudes y talentos, puedo alabar, hacer reverencia y servir a Dios." San Ignacio de Loyola, ejercicios espirituales. 

Por esto nuestra conducta, proceder, y obrar, debe estar fundada en la razón ilustrada por la fe, porque de esta manera, no corremos el riesgo de abandonarlo todo en los momentos de sequedades espirituales, desasosiegos o tribulaciones.

"Las sequedades son unas privaciones de los consuelos sensibles y espirituales que favorecen la oración y el ejercicio de la virtud. A pesar de todo el trabajo que pongamos en la oración, no sentimos gusto en ella, sino, muy al revés, enfado y cansancio; se nos hace muy largo el tiempo de ella; parecen estar dormidas la fe y la confianza, y el alma, en vez de estar despierta y alegre, vive en una especie de modorra: no hace cosa alguna, sino a fuerza de voluntad. Es ciertamente un estado muy doloroso; pero también tiene sus ventajas." Tanquerey, compendio de teología ascética y mística, no. 925. 

Sobreponernos y mantenernos a las sequedades espirituales, a las tribulaciones, es una labor de toda la vida, que por supuesto necesitamos de la ayuda de la gracia de Dios, pero debemos estar muy conscientes de nuestras limitaciones humanas, de nuestras miserias, que por eso el Señor nos dice: sin nada podéis hacer. 

Para esto debemos poner nuestro esfuerzo en ser perseverantes en nuestras oraciones de cada día, en nuestras santas confesiones, en el santo rosario, y demás prácticas de piedad cristiana, teniendo fervor sensible o arideces espirituales. 

Por esto es importante la meditación de las verdades eternas, para que nuestro intelecto se funde en razones de fe, llegando al convencimiento de nuestro fin para el cual vivimos, del motivo de nuestra estadía en la tierra, fortaleciendo nuestros sentimientos con argumentos evangélicos. 

Roguemos a la augusta Madre de Dios, se digne fortalecernos, mantenernos en la adversidad, y nos conduzca a la patria eterna con su manto maternal. 


Dios te bendiga.



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