Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, ante las adversidades, contrariedades, y dificultades, debemos buscar con mayor presteza nuestro bien eterno y temporal, debido a que la caridad inicia por uno mismo, anteponiendo a las desventuras la estabilidad de nuestra relación con Dios nuestro Señor por medio del estado de gracia; ya que en tiempo de calamidades se suele descuidar la vida espiritual.
"Bueno es que algunas veces nos sucedan cosas adversas y vengan contrariedades, porque suelen atraer al hombre a sí mismo, para que se conozca desterrado, y no ponga su esperanza en cosa alguna del mundo. Bueno es que padezca contradicciones, y que sientan de nosotros mal e imperfectamente, aunque hagamos bien y tengamos buena intención. Estas cosas de ordinario nos ayudan a ser humildes, y nos apartan de la vanagloria." Imitación de Cristo I, XII, 1.
En las dudas, calamidades, y aflicciones, se suele dar lugar al desaliento, a la falta de confianza en Dios, buscando por lo regular soluciones únicamente con la industria humana, olvidando por un instante que son circunstancias permitidas por Dios nuestro Señor para provecho nuestro, sea que debamos actuar con firmeza o padecer en silencio.
"¿Si de la mano de Dios hemos recibido los bienes, por qué no recibiremos los males?" Job II, 10.
¿Cómo aprender a padecer cristianamente las adversidades? Meditando la sagrada vida de nuestro Señor Jesucristo, aprendiendo de sus ejemplos, alimentándonos de su espíritu, y por supuesto, viviendo las adversidades y contradicciones; nuestro Divino Redentor nos ha enseñado con su vida como defendernos, como hablar con la verdad, como padecer, e incluso, como actuar con energía como lo hizo al correr a los mercaderes de la casa de Dios.
"Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: Nadie viene al Padre, sino por mí." San Juan XIV, 6.
Roguemos a la augusta Madre de Dios, se digne concedernos la sabiduría para obrar conforme al espíritu de nuestro Señor Jesucristo, meditemos la vida de nuestro Divino Redentor, imploremos los dones del Espíritu Santo para buscar nuestro bien eterno y temporal.
"Nuestra vida, en la actual peregrinación, no puede estar sin pruebas, puesto que nuestro progreso se realiza a través de la tentación. Nadie se conoce a sí mismo si no es tentado, y nadie podrá ser coronado sin vencer, ni podrá vencer si no hay lucha, por falta de enemigo y tentaciones." San Agustín, exposición del salmo 60, 3.