¿A quién iremos? tú tienes palabras de vida eterna.
¿A quién iremos? tú tienes palabras de vida eterna.
01 Mar
01Mar
Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, normalmente se ve la vida en gracia de Dios un tanto difícil, complicado porque hay que guardar los mandamientos, controlar la voluntad, apartarse del pecado, configurarse con Cristo Jesús. "Y vivo, ya no yo: mas vive Cristo en mí." Gálatas II, 20.
Efectivamente, se requiere un esfuerzo, un estilo de vida, una asidua estrategia contra los enemigos de nuestra alma: mundo, demonio y carne; lo cual constituye los fundamentos de una vida cristiana, que algunos la viven plenamente, otros parcialmente, y muchos, la simulan por diversas causas.
La vida en gracia de Dios tiene muchos beneficios, es generadora de una vida ordenada, lucida, le da sentido a nuestra existencia, tiene conceptos claros de la vida y de la muerte; en síntesis, es una cosmovisión que engendra seguridad, paz y armonía.
La observancia de los mandamientos configura un estilo de vida, los cuales, nos evitan muchos problemas; pero es fundamental, definirnos: ¿qué queremos?, ¿cómo lo vamos a conseguir?, ¿estamos dispuestos a asumir las consecuencias?...
"No pierdas, hermano, la confianza de aprovechar en las cosas espirituales; aún tienes tiempo y ocasión. ¿Por qué quieres dilatar tu propósito? Levántate y comienza en este momento y di: Ahora es tiempo de obrar, ahora es tiempo de pelear, ahora es tiempo conveniente para enmendarme." Imitación de Cristo I, XXII, 4.
Pidamos las gracias necesarias a Dios nuestro Señor para seguir sus pasos, para enmendar nuestra vida, para perseverar en la vida cristiana: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocido, que tú eres el Cristo el Hijo de Dios." San Juan VI, 69.
Invoquemos con frecuencia a la Santísima Virgen María, pidamos su intercesión maternal, para que nos alcance las gracias necesaria para vivir cristianamente, para alcanzar la plenitud en nuestra vida y la eterna bienaventuranza.
"Acudamos, pues, acudamos todos a los pies de esta Reina dulcísima, si queremos salvarnos con seguridad; y cuando la multitud de nuestros pecados nos desaliente, acordémonos que fue elegida Madre de misericordia para salvar con su protección poderosa a los pecadores, por grandes que sean, que recurran a ella." San Alfonso María de Ligorio, 'Las glorias de María' capítulo 1, § 1º.