Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, las crisis y dificultades en la vida espiritual, se acentúan más por la falta de directores espirituales, por los escándalos en los hombres de iglesia, por la imposibilidad en algunos casos de recibir los Sacramentos, por la confusión general que se presenta en la fe y en la jerarquía eclesiástica.
Es también cierto, que algunas almas, ante semejante panorama, aprovechan o justifican, su retiro o menguada labor en la vida espiritual, convirtiendo el tema en quejas, diatribas, y excusas, para abandonar la viña del Señor.
Lo cierto es que el fin de nuestra existencia se encuentra vigente ante cualquier circunstancia, adversidad, o contratiempo, a saber: "El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su alma." San Ignacio de Loyola, ejercicios espirituales.
Nuestra alma la debemos salvar en época de bonanza o adversidad, en la riqueza o en la pobreza, en la salud o en la enfermedad, en la buena fama o en la deshonra, el motivo de nuestra estadía en la tierra no cambia, no lo alteran las circunstancias de vida, la ley de Dios nuestro Señor es inmutable, por lo cual debemos aprovechar las dificultades para obtener mayores merecimientos, mantener nuestra fidelidad y compromiso con la santa Madre Iglesia.
"Salvada el alma, todo está salvado; perdida el alma, todo está perdido, y perdido para siempre."
Debemos trabajar en bien de nuestra salud espiritual en donde nos toque vivir, en cualquier circunstancia, porque sencillamente es el motivo de nuestra existencia, es nuestra razón de vivir, es el principio y fundamento de nuestra vida.
La Divina Providencia siempre provee de los medios necesarios para nuestra salud espiritual, necesitamos de la vida de oración, de la meditación de las verdades eternas, de la frecuencia de los Sacramentos y de un director espiritual cuando estén a nuestro alcance, de la asistencia a la santa Misa, de la devoción a la santísima Virgen María, orden de vida, lectura espiritual e instrucción religiosa, destinar algún tiempo cada mes para nuestro retiro espiritual.
"A este modo debes tú entrar en el secreto de tu corazón, pidiendo con eficacia el socorro divino." Imitación de Cristo III, XXXVIII, 2.
Se requiere el convencimiento del fin de nuestra estadía en la tierra, lo cual se alcanza con la frecuente meditación del principio y fundamento, de tal manera que nada nos aparte de la caridad de Cristo, que podamos vivir la libertad de los hijos de Dios, llevar el buen olor de Cristo, lo cual requiere mucha paciencia, perseverancia, entender la inconsistencia de la naturaleza humana, sobreponerse a los reveses de la vida.
Roguemos a la augusta Madre de Dios, se digne bendecirnos, amparadnos, y protegernos bajo su manto maternal, a fin de perseverar en nuestros santos propósitos y alcanzar la eterna bienaventuranza.
Dios te bendiga.