Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, una de las cosas que más inmovilizan el avance en la vida espiritual, es el miedo a equivocarse, a cometer errores, el desear en todo una perfección inspirada en el amor propio, el aspirar a hacer las cosas de la mejor manera por autocomplacencia, por competir con los semejantes, por una aspiración oculta de reconocimiento, lo cual redunda en una soberbia espiritual.
¿Debemos aspirar a la perfección espiritual?, ¿a evitar los errores y caídas en la vida espiritual? Sí, pero no fundados en el amor propio, sino en el amor a Dios nuestro Señor; existen muchos fracasos, debilidades, e imperfecciones, de las cuales se sirve la Divina Providencia para fundarnos en la santa virtud de la humildad, para afianzarnos en el amor de Dios, para desasirnos de nuestros apegos personales, para purificarnos de nuestras imperfecciones.
"Bueno es que algunas veces nos sucedan cosas adversas y vengan contrariedades, porque suelen atraer al hombre a sí mismo, para que se conozca desterrado, y no ponga su esperanza en cosa alguna del mundo. Bueno es que padezca contradicciones, y que sientan de nosotros mal e imperfectamente, aunque hagamos bien y tengamos buena intención. Estas cosas de ordinario nos ayudan a ser humildes, y nos apartan de la vanagloria." Imitación de Cristo I, XII, 1.
Hay casos en que el amor propio es tan arraigado, que impide se recuperen de un revés espiritual, ni son capaces de perdonar, ni de perdonarse, sirviendo el hecho de motivo para abandonar o estancarse en la vida espiritual, independientemente de si es justo o injusto, de buena o mala intención, por envidia o coraje, finalmente son sucesos permitidos por la Divina Providencia para nuestro beneficio espiritual.
"Y sabemos también, que a los que aman a Dios, todas las cosas les contribuyen al bien". Romanos VIII, 28.
No perdamos tiempo en buscar explicaciones que satisfagan nuestro intelecto para entonces reiniciar el camino en la vida espiritual, no hemos sido constituidos en jueces de los demás, nuestro fin es amar y servir a Dios nuestro Señor en la salud o en la enfermedad, en la vida larga o corta, con buena fama o sin ella, con muchos o pocos talentos, en la tranquilidad o en la adversidad; luego entonces, todos los reveses, escándalos, o penalidades que tengamos que vivir, no deben ser impedimento para apartarnos del amor de Dios, no podemos permitir que amarguen nuestra vida, que frustren nuestros deseos de seguir adelante.
"¿Si de la mano de Dios hemos recibido los bienes, por qué no recibiremos los males?" Job II, 10.
¿Qué te detiene en la vida espiritual?, ¿qué te ha sucedido?, ¿quién te ha dañado?, ¿qué errores has cometido?... Perdona de corazón por amor a Dios, y perdónate a ti mismo, recurre al sacramento de la penitencia, repara lo que se pueda reparar, tal vez habrá que apartarse de algunas personas que en este momento no te hacen bien, y seguir adelante con entereza, decisión firme, convicción, y confianza en Dios nuestro Señor.
"Porque siete veces caerá el justo, y se levantará: mas los impíos se precipitarán en el mal." Proverbios XXIV, 16.
Roguemos a la augusta Madre de Dios, se digne fortalecer nuestra fe, acrecentar nuestra confianza en Dios, cimentarnos en la santa virtud de la humildad, y trabajar en favor de nuestro bien eterno y temporal.
Dios te bendiga.