Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, escribe la 'Imitación de Cristo': "Bienaventurados los que se alegran de entregarse a Dios, y se desembarazan de todo impedimento del mundo." III, I, 1; y aunque también existen las tentaciones, penalidades, arideces en la vida consagrada, las cuales son de gran utilidad para purificar la intención, para probar la vocación y el carácter de los consagrados; cada uno en el estado de vida que guardemos podemos entregarnos a Dios, e incluso desembarazarnos por momentos de los impedimentos del mundo.
Ya san Ignacio de Loyola, recomienda los ejercicios espirituales de treinta días, pero si esto es complejo para alguno de nosotros, podemos tener cada semana o cada cierto tiempo una tarde o una mañana de retiro espiritual, al menos unas horas de intimidad con Dios nuestro Señor.
"Esto dice tu amado: Jesucristo. Yo soy tu salud, tu paz y tu vida. Consérvate cerca de Mí, y hallarás paz. Deja todas las cosas transitorias y busca las eternas." Imitación de Cristo III, I, 2.
En ocasiones resulta difícil entregarnos a los ejercicios espirituales porque no estamos acostumbrados, o porque no tenemos la estructura material, ni los elementos humanos para hacerlo ordenadamente, pero podemos, con la gracia de Dios, realizarlos en nuestra propia casa, o en contacto con la naturaleza, o en algún lugar donde de preferencia tengamos soledad y silencio, puede ser en la misma iglesia en las horas de menos feligreses, lo importante es iniciar, y poco a poco el ingenio ayudado de la gracia lo irá perfeccionando.
Podemos empezar con la simple lectura espiritual, pausada y reflexionada, agradecer las bondades que hemos recibido de Dios, pedir perdón de nuestros pecados, rezar un poco, siempre buscando la unión con nuestro Señor, invocando al Espíritu Santo; y esto en verdad, es un esfuerzo laudable al cual nos podemos acostumbrar y hacerlo parte de nuestra vida, perfeccionándolo con la experiencia, con las luces recibidas en la oración, con el consejo de personas experimentadas o de los escritos de los santos.
Como en todo lo que favorece los intereses del alma y la gloria de Dios, el demonio trata de impedirlo, o al menos de entorpecerlo de múltiples formas, por lo cual, debemos estar prevenidos que enfrentamos al mundo, al demonio, y a la carne, para que no se extrañe o asombre de los impedimentos, o sencillamente de la aridez espiritual en los ejercicios espirituales, por eso es importante rezar para rezar, prepararnos con la oración y la suplica al Espíritu Santo.
"Porque nosotros no tenemos que luchar contra la carne, y la sangre: sino contra los principados, y potestades, contra los gobernadores de estas tinieblas del mundo, contra los espíritus de maldad en los aires." Efesios VI, 12.
Roguemos a la siempre Virgen María, imploremos su bendición, para poder desembarazarnos de los impedimentos del mundo, para entregarnos a los intereses de Dios y de nuestra alma.