"No te ruego, que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, así como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos con tu verdad. Tu palabra es la verdad." San Juan XVII, 15.
"En aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros: Porque el mismo Padre os ama, porque vosotros me amasteis, y habéis creído que yo salí de Dios."
"Y así sin fe es imposible agradar a Dios. Pues es necesario que el que se llega a Dios crea que hay Dios, y que es remunerador de los que le buscan." Hebreos XI, 6.
Sano o enfermo, rico o pobre, sabio o ignorante, honrado o despreciado, con éste o con aquél genio, con muchos o pocos dotes, aptitudes y talentos, puedo alabar, hacer reverencia y servir a Dios.
La meditación de las verdades eternas es energía, impulso, fuego de la voluntad y demás facultades operativas, inundando de su luz la inteligencia, de donde se generan las obras de nuestra vida.