02 Aug
02Aug

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, en medio de las adversidades e intereses individualistas del mundo, debemos aprender a vivir católicamente, a mantenernos en la gracia de Dios, a dar sin esperar la recompensa, a desarrollar la agudeza intelectual para servirnos de las cosas del mundo, de los detalles de cada día para bien de nuestra salvación eterna, buscando las oportunidades para nuestra salud espiritual. 

"Las cosas de éste mundo fueron dadas al hombre para que le ayuden a conseguir su fin, que de ellas tanto debemos usar cuanto sirven al fin, y tanto dejar o quitar cuanto nos impiden." San Ignacio de Loyola, ejercicios espirituales. 

Sencillamente, buscar la margarita preciosa para nuestra santificación, acorde siempre a nuestra condición, a nuestras obligaciones de estado, a nuestro día a día, conservando el santo deseo de nuestro aprovechamiento espiritual, de nuestro mantenimiento, crecimiento, y fortalecimiento de la vida de unión con nuestro Señor Jesucristo. 

Nuestro objetivo, meta, e ideal debe ser amar a Dios por sobre todas las cosas, mediante el cumplimiento de sus sagrados mandamientos, nuestras obligaciones de estado; y esto, dará por añadidura la salvación eterna de nuestra alma y de muchas más. 

Es evidente que el amor a Dios nuestro Señor se muestra por la observancia de sus mandatos, más allá de los sentimientos y estados anímicos que podemos llegar a tener, procurando cada día madurar en nuestra vida espiritual, fortalecerla con las variaciones propias de la naturaleza humana, sobreponernos a las arideces, sequedades, y oscuridades que se presentan en el camino espiritual.

"Si me amáis, guardad mis mandamientos... Quien tiene mis mandamientos, y los guarda, aquel es el que me ama. Y el que me ama, será amado de mi Padre: y yo le amaré, y me le manifestaré a mí mismo." San Juan XIV, 15-21.  

Es el amor el fundamento de la vida espiritual, el cual ha sido derramado en nosotros por el Autor de nuestras vidas, es en el amor donde encontramos la fuerza o el impulso para revestirnos de nuestro Señor Jesucristo, para resistir a las incitaciones de la concupiscencia, para mantener la fe en la incertidumbre.

"La caridad de Dios está difundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que se nos ha dado." Romanos V, 5.

Cuidemos de nuestra salud espiritual, viviendo en gracia de Dios, frecuentando los Sacramentos, teniendo gran fe en la santa Misa, con la devoción a la santísima Virgen María, con la invocación de los Bienaventurados, alimentándonos con la frecuente meditación de las verdades eternas, con la lectura espiritual, con la práctica de las virtudes que más hemos menester; en síntesis, desarrollar una vida católica conforme a nuestro estado y condición.

Roguemos a la augusta Madre de Dios, se digne bendecirnos con su manto maternal, alcanzarnos las gracias necesarias, resguardarnos de los enemigos del alma, y concediéndonos la santa perseverancia en nuestra salud espiritual. 


Dios te bendiga.


  

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.