Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, Dios nos ha creado para la eterna bienaventuranza, pero debemos aprender a vivir en el mundo actual sin olvidar nuestro motivo de existir, formar en nuestra vida un ambiente donde podamos vivir cristianamente, cumplir los mandamientos, examinar nuestra conciencia, frecuentar los sacramentos, meditar las verdades eternas; en síntesis, debemos protegernos de la corrupción del mundo para vivir en unión íntima con Dios. "¿No sabéis, que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?" Corintios III, 16.
Somos portadores de la gracia de Dios nuestro Señor, "el Espíritu de Dios mora en vosotros", lo cual requiere una vida ordenada, recogimiento espiritual, destreza en el combate contra los enemigos de nuestra alma, a saber: el mundo, el demonio y la carne; agilidad para recurrir a Dios por la oración, implorar el patrocinio de la augusta Madre de Dios, acudir a la intercesión de los Santos, en fin, crear condiciones de vida que resguarden la presencia de Dios en nosotros. "Jesús respondió, y le dijo: Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él." San Juan XIV, 23.
La vida en gracia de Dios es incompatible con la presencia del pecado mortal, o quedamos sujetos a Dios por la gracia, o nos sujetamos al demonio por el pecado:
"En todo pecado, el hombre se deja influenciar por el seductor original. Todo pecador, al pecar, se pone del lado de los enemigos de Dios, siendo el diablo el primero de ellos. El pecador se somete al diablo cuando deja de obedecer a Dios. El hombre no puede salir de la siguiente alternativa: o se somete a Dios o queda sometido al diablo". Michael Schmaus, 'Teología Dogmática', tomo II, § 124, página 274.
Una vida a la aventura, al acaso, que vive en la disipación espiritual, en el desorden, sin objetivos claros y definidos, sin los medios adecuados, es presa fácil de Satanás.
Y aquí, queridos hermanos, es un autoengaño culpar al universo mundo de nuestro fracaso espiritual, recriminar al pasado, a las circunstancias, a los errores de formación, a los equívocos de buena fe... Requerimos reconstruirnos para ir de bien en mejor a partir de lo que somos, trabajar con lo que tenemos, para llevar el buen olor de Cristo, para ser verdaderamente templos de Dios.
Se requiere trabajar, esforzarse bajo un plan definido, tener el método indicado, fructificar los talentos que Dios nos ha concedido, con el objetivo de amar y servir a Dios nuestro Señor como él quiere ser servido; en síntesis, ocupamos salir de nuestra zona de confort para asemejarnos a nuestro Señor Jesucristo. "Jesús le dice: Yo soy el camino, la verdad, y la vida: Nadie viene al Padre, sino por mí." San Juan XIV, 6.
Roguemos a la Santísima Virgen María nos alcance las gracias necesarias para vivir cristianamente, para reformar nuestra vida, para ser templos vivos de Dios nuestro Señor.
"Esta Madre de misericordia es sumamente benigna, sumamente dulce, no solo para con los justos, sino también para con los pecadores desesperados. Por lo cual al ver que estos acuden a Ella, y al oír que buscan de corazón su ayuda, acude luego a su socorro, les acoge y les alcanza el perdón de su Hijo:" San Alfonso María de Ligorio, 'Las glorias de María', capítulo III, § 2º, página 111.