09 Oct
09Oct

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, nuestro oficio principal, debe ser la salvación eterna de nuestra alma, pues es el motivo de nuestra estadía sobre la tierra, es el principio y fundamento que nos instruye san Ignacio de Loyola, a saber: "El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su alma." Ejercicios espirituales. 

Debemos tener claramente definido que nuestra alma es inmortal, que después de la muerte hemos de tener el juicio particular, recibir una sentencia eterna, cielo o infierno, que nuestro cuerpo ha de resucitar para unirse nuevamente con nuestra alma en la resurrección de los cuerpos, para gozar eternamente de Dios en el cielo o para padecer en el infierno. 

  • "Cada hombre posee un alma individual e inmortal (de fe)." Ludwig Ott, manual de teología dogmática, página 167. 

  • "Inmediatamente después de la muerte tiene lugar el juicio particular en el cual el fallo divino decide la suerte eterna de los que han fallecido (sentencia próxima a la fe)." Ludwig Ott, manual de teología dogmática, página 697. 

  • "Todos los muertos resucitarán con sus cuerpos en el último día (de fe)" Ludwig Ott, manual de teología dogmática, página 715. 

Teniendo en claro estas verdades de nuestra fe católica, debemos tomar las medidas necesarias para llegar al cielo, hacer lo que está de nuestra parte para conquistar el Reino, corresponder a la gracia para salvarnos y ayudar a nuestro prójimo para que alcance la patria celestial. 

De aquí la importancia de vivir en gracia de Dios, de frecuentar los Sacramentos, de rezar el santo rosario cada día, de hacer nuestros primeros viernes de mes en honor al sagrado Corazón de Jesús, los primeros sábados de mes en honor de la Madre de Dios, hechos que aseguran nuestra salvación eterna. 

Por esto, es importante la meditación de las verdades eternas y el estudio de la doctrina católica, para llegar al convencimiento intelectual de nuestra manera de vivir, del motivo de nuestra vida, del principio y fundamento; requerimos ideas precisas fundadas en la fe, en las verdades reveladas por Dios y propuestos por la Iglesia para ser creídas como dogmas de fe, lo cual genera como consecuencia las obras que atestiguan lo que profesamos.

"¿Qué aprovechará, hermanos míos, a uno que dice, que tiene fe, si no tiene obras?... la fe, si no tuviere obras, muerta es en sí misma." Santiago II, 14. 

Roguemos a la augusta Madre de Dios, mueva nuestra voluntad para corresponder con obras a la fe que hemos recibido, nos conceda la santa perseverancia hasta alcanzar la salvación eterna. 


Dios te bendiga.


  

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