10 Jun
10Jun

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, en la vida presente siempre tendremos algunas aflicciones, desasosiegos, incertidumbres, porque son parte de la vida del hombre, estamos en un periodo de transición hacia la eternidad, de merecer con nuestra libre voluntad el cielo o el infierno. 

"A veces te dejará Dios, a veces te perseguirá el prójimo: y, lo que peor es, muchas veces te descontentarás de ti mismo, y no serás aliviado ni refrigerado con ningún remedio ni consuelo; mas conviene que sufras hasta cuando Dios quisiere. Porque quiere Dios que aprenda a sufrir la tribulación sin consuelo, y que te sujetes del todo a Él, y te hagas más humilde con la tribulación." Imitación de Cristo II, XII, 4.

Debemos aprovechar las tribulaciones y contratiempos de nuestra naturaleza, para transformarlos en oportunidades para merecer la eterna bienaventuranza; veamos en los accidentes que nos suceden otras tantas oportunidades que Dios nos ofrece para practicar la paciencia y la humildad; no consideremos la malicia de las personas que nos afligen, sino sólo la bondad de Dios que quiere o que permite que nos persigan, a fin de tener ocasión de coronarnos. Poco importa que se nos traicione o maltrate, pues Dios permite que se traicione a los que Él se dispone a coronar. 

"Porque todo aquel, que se ensalza, humillado será, y el que se humilla, será ensalzado." San Lucas XIV, 11. 

¿Hoy por hoy, que es lo que te aflige, inquieta o desasosiega?... ¿Qué quiere hacer por tu salud espiritual este día?... ¿Qué le puedes ofrecer a Dios nuestro Señor en este momento?... 

  • "Luego mi fin no son precisamente las riquezas, los honores, las delicias; representar un papel brillante en el mundo, lucir, gozar, sino principalmente y ante todo servir a Dios; y servirle, no a mi antojo y capricho, sino como Él quiere que le sirva." San Ignacio de Loyola, ejercicios espirituales. 

  • "Sano o enfermo, rico o pobre, sabio o ignorante, honrado o despreciado, con éste o con aquél genio, con muchos o pocos dotes, aptitudes y talentos, puedo alabar, hacer reverencia y servir a Dios." San Ignacio de Loyola, ejercicios espirituales. 

Roguemos a la augusta Madre de Dios, se digne bendecirnos, consolarnos y alentarnos en este valle de lágrimas, nos conceda las gracias que necesitamos para alcanzar la eterna bienaventuranza. 

"Tan dueña es María de los bienes de Dios, que da a quien quiere, cuanto quiere y como quiere todas las gracias de Dios, todas las virtudes de Jesucristo y todos los dones del Espíritu Santo, todos los bienes de la naturaleza, de la gracia y de la gloria." San Luis María G. de Montfort, "El amor de la sabiduría eterna", capítulo XVII, No. 207. 


Dios te bendiga.



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