Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, estamos iniciando el tiempo de adviento, la preparación para el nacimiento del santo niño Jesús, tiempo a propósito para la oración, el ayuno, la meditación; por eso el Apóstol San Pablo nos dice:
"Hermanos: hora es ya de despertar. Ahora está más cerca nuestra salud que cuando empezamos a creer. Ha pasado la noche y llega el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos de las armas de la luz. Caminemos, como de día, honestamente: no en glotonerías y embriagueces, ni en sensualidades y disoluciones, ni en pendencias y envidias; antes bien, revestíos de nuestro Señor Jesucristo." Romanos XIII, 11.
Ocupamos tranquilizarnos, analizar lo que estamos haciendo por nuestra salvación eterna, ¿cómo estamos viviendo?, ¿qué hemos hecho con los dones y talentos que hemos recibido?, ¿cómo hemos empleado el tiempo que la Providencia nos ha concedido?...
Es muy fácil distraernos del fin y motivo de nuestra estadía en la tierra, llegamos a entretenernos en tantas cosas que nos apartan de la vida de oración, circunstancias que nos enfrían la caridad, pasiones que nos apartan de la amistad con Dios nuestro Señor, resultando en daño y prejuicio para nuestra salud espiritual.
"El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto salvar su alma." San Ignacio de Loyola, ejercicios espirituales.
Por esto es conveniente, dedicar un tiempo a la meditación de las verdades eternas, hacer un balance de como estamos viviendo nuestra fe, y poner los remedios saludables, corregirnos con paciencia, estudiar nuestras debilidades y amenazas, para poder redireccionar nuestra vida, revestirnos de nuestro Señor Jesucristo.
Pidamos a la augusta Madre de Dios, nos conceda las gracias necesarias para atender a nuestra salvación eterna, la fortaleza para resistir las tentaciones, la constancia para aumentar la gracia que nos ha sido concedida.