"No te ruego, que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, así como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos con tu verdad. Tu palabra es la verdad." San Juan XVII, 15.
"Cuando tu corazón caiga, levántalo suavemente, humillándote mucho en la presencia de Dios con el conocimiento de tu miseria, sin asombrarte de tu caída, pues no es de admirar que la enfermedad sea enferma, la flaqueza sea flaca y la miseria miserable." San Francisco de Sales.
"Y cuando los vió dijo: id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció, que mientras iban, quedaron limpios. Y uno de ellos, cuando vió, había quedado limpio, volvió glorificando a Dios a grandes voces." San Lucas XVII, 11.
"Sano o enfermo, rico o pobre, sabio o ignorante, honrado o despreciado, con este o con aquel genio, con muchos o pocos dotes, aptitudes y talentos, puedo alabar, hacer reverencia y servir a Dios." San Ignacio de Loyola, ejercicios espirituales.
"Porque decía Juan a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano. Y Herodías le armaba lazos, y le quería hacer morir, pero no podía." San Marcos VI, 18.
"Y se levanto un doctor de la ley, y le dijo por tentarle: Maestro, ¿qué haré para poseer la vida eterna? Y Él le dijo: En la ley ¿qué hay escrito?, ¿cómo lees?" San Lucas X, 25.
"El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su alma." San Ignacio de Loyola, ejercicios espirituales.
"Mas la que cayó en buena tierra: estos son, los que oyendo la palabra con corazón bueno y muy sano la retienen, y llevan fruto en paciencia." San Lucas VIII, 11.