Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, todos tenemos dones y talentos que debemos utilizar para nuestro bien eterno y temporal, así como debilidades que debemos conocer para resguardarlas con las virtudes que más hemos menester, lo cual nos indica que debemos conocernos, estudiarnos, analizar nuestra vida espiritual para avanzar en la conquista del reino de los cielos.
De gran utilidad es el examen particular y general de nuestra conciencia, nos indica nuestra realidad espiritual, nuestra debilidades y fortalezas, para desarrollarnos personalmente.
Conviene analizar, a la luz de nuestra vida espiritual, las costumbres que tenemos, amistades, lugares que frecuentamos, conversaciones que sostenemos, pasatiempos, diversiones, cultura, trabajo; porque todos estos factores nos van modelando, somos el resultado de nuestra vida y costumbres, lo cual podemos mejorar para adelantar en nuestra salud espiritual.
"Necesaria es tu gracia y grande gracia, para vencer la naturaleza, inclinada siempre a lo malo desde su juventud. Porque, abatida en el primer hombre Adán, y viciada por el pecado, pasa a todos los hombres la pena de esta mancha, de suerte que la misma naturaleza, que fue criada por Ti buena y derecha, ya se toma por el vicio y enfermedad de la naturaleza corrompida, porque el mismo movimiento suyo que le quedó, le induce al mal y a lo terreno." Imitación de Cristo, III, LV, 2.
¿Cómo podemos mejorar si ni siquiera nos conocemos?, ¿qué vamos a corregir si todo lo consideramos perfecto?... Requerimos conocernos realmente a la luz de la gracia de Dios, en nuestro Redentor está la solución a nuestra vida espiritual, en la imitación de Cristo, en el amparo de la santísima Virgen María, este es un excelente inicio de nuestra reforma de costumbres.
No es de extrañar que nuestra naturaleza se incline al pecado por la pérdida de los dones preternaturales, pero con la ayuda de la gracia de Dios podemos y debemos sobreponernos, emprender el camino de santificación, llevar una vida grata a Dios por la presencia de la augusta Trinidad en nuestra alma, disfrutando de la libertad de los hijos de Dios, llevando el buen olor de Cristo en nuestras obras.
"Cuando tu corazón caiga, levántalo suavemente, humillándote mucho en la presencia de Dios con el conocimiento de tu miseria, sin asombrarte de tu caída, pues no es de admirar que la enfermedad sea enferma, la flaqueza sea flaca y la miseria miserable. Pero detesta con todo tu corazón la ofensa que has hecho a Dios, y lleno de valor y confianza en su misericordia, vuelve a emprender el camino de la virtud que habías abandonado." San Francisco de Sales, introducción a la vida devota; José Tissot, el arte de aprovechar nuestras faltas, capítulo I, página 18.
Roguemos a la augusta Madre de Dios, nos permita conocernos para trabajar con la ayuda de la gracia en nuestra santificación, en aprovechar las circunstancias de cada día para nuestra salvación eterna.