01 Dec
01Dec

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, hay que recordar que somos seres humanos, sujetos a error, a equivocaciones de buena o mala voluntad, por lo cual nuestra fe y religión está fundada en nuestro Divino Redentor, en quien no puede existir error, ni puede engañarnos, pues es la verdad; por esto, hagamos el esfuerzo de conocer y estudiar los fundamentos de nuestra fe católica, la sagrada revelación, los dogmas de fe que nos propone la iglesia, para que de esta manera, podamos asirnos a la verdad con seguridad.

"No te ruego, que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, así como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos con tu verdad. Tu palabra es la verdad." San Juan XVII, 15. 

La palabra de Dios es la verdad, la cual debemos conocer, meditar, vivir el espíritu del Evangelio, para poder llevar el buen olor de Cristo en la libertad de los hijos de Dios, sin perder tiempo en discusiones estériles, en diatribas personales, en los argumentos que dice la gente, a la cual no juzgamos, sencillamente no son fuente de la verdad, pues todos estamos sujetos a error por nuestra condición humana. 

"Y otra vez les habló Jesús, diciendo: yo soy la luz del mundo: el que me sigue, no anda en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida." San Juan VIII, 12. 

Muchas decepciones se llevan en esta vida, por poner toda nuestra confianza en los hombres, por esperar seguridad de las criaturas mudables, cuando nuestra fe, confianza, y seguridad debe estar en Dios nuestro Señor, quien no puede engañarse ni engañar, porque es la verdad misma. 

Tratemos cada día de hacer actos de fe y confianza en Dios nuestro Señor, renovar con frecuencia las verdades que ha revelado nuestro Señor, y la Iglesia nos propone para ser creídas como dogmas de fe.

"Venid a mí todos los que estáis trabajados, y cargados, y yo os aliviaré. Traed mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que manso soy, y humilde de corazón: y hallaréis reposo para vuestras almas. Porque mi yugo suave es, y mi carga ligera." San Mateo XI, 28. 

Confiemos en la Divina Providencia que pone a las personas en nuestro camino que nos pueden ayudar a llevar nuestra cruz de cada día, a personas que se unen en nuestro camino por un tiempo, de quienes algo tendremos que aprender y compartir, aprendiendo a soltar cuando el ciclo se halla agotado. 

Roguemos a la augusta Madre de Dios, nos ponga en nuestro caminar a las personas que nos ayuden a acercarnos a nuestra salvación eterna, que aparte de nosotros los que nos alejen, y que nos conceda la santa perseverancia. 


Dios te bendiga.



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