06 Jun
06Jun

Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo, uno de los principales impedimentos para la oración es la vida disipada, las prisas, el deseo de estar en todo, de verlo y saberlo todo, el inmiscuirnos en asuntos que en nada aprovechan a nuestra salud espiritual; resultando este estilo de vida en fuente de muchas distracciones, preocupaciones, e incluso, de impedimento para la sagrada oración. 

Para entregarnos a la oración, debemos prepararnos remota y próximamente, además de buscar la hora y el lugar más a propósito, de preferencia en la soledad y el silencio en compañía de nuestro Señor, apartando de nosotros los pensamientos y fantasías inoportunas que vienen a distraernos o apartarnos definitivamente de la oración, de una vida de piedad, de la frecuencia de los sacramentos. 

"Bienaventurados los que se alegran de entregarse a Dios, y se desembarazan de todo impedimento del mundo... Esto dice tu amado: Jesucristo. Yo soy tu salud, tu paz y tu vida. Consérvate cerca de Mí, y hallarás paz. Deja todas las cosas transitorias, y busca las eternas." Imitación de Cristo III, I, 1. 

Para esto es necesario tranquilizar nuestra alma, tener el medio más a propósito de hacer oración que mejor se acomode a nuestra condición y estado, alimentar nuestro intelecto con la lectura espiritual y la meditación de las verdades eternas, evitar inmiscuirnos en los asuntos que no nos pertenecen, así como apartarnos de las diatribas personales, de las rencillas o celos, que hacen mucho daño para la paz del alma. 

De tal manera, que nuestra oración viene a ser el resumen de nuestra vida, pues en ella se encuentra nuestra relación con Dios nuestro Señor, de la cual depende en gran medida el fin de nuestra existencia y la salvación eterna de nuestra alma.

"¿Qué puede dar el mundo sin Jesús? Estar sin Jesús, es grave infierno; estar con Jesús, es dulce paraíso. Si Jesús estuviere siempre contigo, ningún enemigo podrá dañarte. El que halla a Jesús halla un buen tesoro, y de verdad bueno, sobre todo bien. Y el que pierde a Jesús pierde muy mucho, y más que todo el mundo." Imitación de Cristo II, VIII, 2.

Podemos empezar por hacer nuestra oración atenta, piadosa, y devotamente; por evitar las prisas, buscando el momento más a propósito conforme a nuestras ocupaciones, así como empezar a tener lectura espiritual y un poco de meditación de las verdades eternas.

Al principio puede parecer un poco complicado, pero, poco a poco, nos iremos acostumbrando, escogiendo el mejor método de oración que más se acomode a nosotros, hasta lograr que la oración sea una necesidad para nuestra vida, lo cual redunda en un inmenso bien para nuestra salvación eterna. 

Roguemos a la augusta Madre de Dios, nos alcance la gracia de tener vida de oración, de aprovechar la bonanza y la adversidad para elevar nuestra alma hasta Dios nuestro Señor, de tal manera, que al fin de nuestros días en esta tierra, merezcamos con el favor de Dios, alcanzar la vida eterna en compañía de los bienaventurados. 


Dios te bendiga.


  

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