02 Mar
02Mar

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, cuanta falta nos hace en algunos momentos de nuestra vida, detenernos para analizar nuestra manera de obrar, nuestra conducta, costumbres, hacerlo a la luz del santo Evangelio, en miras al fin de nuestra existencia, con la intención de corregirnos, de cambiar para vivir en gracia de Dios, de lo contrario nos vamos acostumbrando a justificar nuestros errores o verlos como normales, lo cual es con grave daño de nuestra salud espiritual.

"Si tú sabes dejar a los hombres, ellos te dejarán hacer tus buenas obras". Imitación de Cristo I, XXI, 2. 

Nosotros estamos llamados al reino de los cielos, a vivir eternamente en el cielo, para lo cual debemos en esta vida unirnos a Dios nuestro Señor por la gracia, pero debido a nuestra condición humana, a la concupiscencia de nuestra carne, a los enemigos de nuestra eterna salvación, debemos analizar con frecuencia nuestra alma, el estado de nuestra conciencia, para poder hacer las correcciones pertinentes, los ajustes necesarios, de tal manera que podamos vivir unidos a la gracia de Dios, llevar el buen olor de Cristo en la libertad de los hijos de Dios. 

"Bienaventurados los que se alegran de entregarse a Dios, y se desembarazan de todo impedimento del mundo." Imitación de Cristo, III, I, 1.

Uno de los principales impedimentos son los respetos humanos, el querer complacer a los demás en todo, incluso en lo que se opone a la ley de Dios, llegando poco a poco a acabar con nuestro tiempo, impidiendo de alguna manera nuestra entrega al retiro espiritual, al examen de conciencia, a la lectura espiritual, a la frecuencia de los sacramentos. 

Aprendamos a respetarnos, a darnos tiempo para la oración, para la entrega personal con Dios nuestro Señor, para consagrar algunos días a ser posible al retiro espiritual, a meditar con calma y en paz las verdades eternas, de tal manera que vivamos nuestra fe y religión de una manera plena.

"No esté tu paz en la boca de los hombres; pues si pensaren de ti bien o mal, no serás por eso hombre diferente. ¿Dónde está la verdadera paz y la verdadera gloria sino en Mí?" Imitación de Cristo III, XXVIII, 2. 

Podemos empezar por dedicar un tiempo para la oración de la mañana y de la noche, para la lectura espiritual meditada, para el rezo del santo rosario; pero es importante hacerlo en paz, con calma, sin prisas, lo cual es fruto de una vida ordenada, de una conciencia tranquila, que poco a poco podemos ir adquiriendo con nuestros ejercicios espirituales. 

No perdamos la esperanza, tengamos paciencia con nuestras miserias humanas, con nuestros afectos desordenados, con nuestra inconstancia y desaciertos en la vida espiritual; pero comencemos con un poco de oración, con la lectura espiritual meditada, y poco a poco iremos sintiendo gusto y dándonos tiempo para nuestra vida espiritual. 

"Cuando tu corazón caiga, levántalo suavemente, humillándote mucho en la presencia de Dios con el conocimiento de tu miseria, sin asombrarte de tu caída, pues no es de admirar que la enfermedad sea enferma, la flaqueza sea flaca y la miseria miserable. Pero detesta con todo tu corazón la ofensa que has hecho a Dios, y lleno de valor y confianza en su misericordia, vuelve a emprender el camino de la virtud que habías abandonado." San Francisco de Sales, introducción a la vida devota; José Tissot, el arte de aprovechar nuestras faltas, capítulo I, página 18. 

Roguemos a la augusta Madre de Dios, nos alcance las gracias necesarias para bien de nuestra salud espiritual, para ayudar en la salvación eterna de nuestro prójimo, y para alcanzar la bienaventuranza eterna. 


Dios te bendiga.



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