Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, en la vida espiritual no es suficiente abstenernos de hacer el mal, es necesario ejecutar el bien, hacer obras en estado de gracia que nos ayuden a nuestra salvación eterna, que edifiquen a nuestros hermanos, que honremos la gloria de Dios; es aquí donde vemos la grandeza de un alma, que las obras ordinarias puede elevarlas a merecimientos sobrenaturales.
"Ora comáis, ora bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo a gloria de Dios." Corintios X, 31.
Algunas almas creen que para agradar a Dios es necesario hacer grandes limosnas, ayunos extremos, penitencias admirables, el mismo martirio inclusive; cuando la realidad es que en el cumplimiento de nuestras obligaciones de estado, en la guarda de los mandamientos, en las obras de misericordia, hechas en el día a día, está nuestra santificación.
Incluso puede ser el demonio unido a nuestra falta de instrucción religiosa, el pretender agradar a Dios con obras que no están a nuestro alcance, como lo es el martirio buscado por nuestra propia industria, despreciando inadvertidamente lo ordinario de cada día, el ofrecimiento de obras, las obras sencillas hechas en gracia de Dios, la oración por las almas del purgatorio, el uso del agua bendita, y demás cosas insignificantes para el mundo, pero muy benéficas para nuestra salud espiritual, por esto decía santa Teresa de Jesús: hasta en los pucheros se encuentra Dios.
Es muy importante apartarnos del pecado mortal, que es el principal enemigo de nuestra salud espiritual, es la presencia de Satanás en nuestra vida, es lo que nos aparta de Dios nuestro Señor; por esto, debemos trabajar arduamente por vivir en estado de gracia.
"En todo pecado, el hombre se deja influenciar por el seductor original. Todo pecador, al pecar, se pone del lado de los enemigos de Dios, siendo el diablo el primero de ellos. El pecador se somete al diablo cuando deja de obedecer a Dios. El hombre no puede salir de la siguiente alternativa: o se somete a Dios o queda sometido al diablo". Michael Schmaus, Teología Dogmática, tomo II, § 124, página 274.
Procuremos instruirnos en los fundamentos de nuestra fe católica, para conocer perfectamente los mandamientos, nuestras obligaciones de estado, las obras de misericordia, los consejos evangélicos, la malicia del pecado, la comunión de los santos, y demás materias que ayudan enormemente a nuestra vida católica.
Roguemos a la augusta Madre de Dios, se digne bendecirnos, fortalecernos, ayudarnos en nuestra santificación, para merecer con la gracia de Dios alcanzar nuestra salvación eterna.