28 Jun
28Jun

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, en la presente vida, siempre encontraremos peligros para nuestra eterna salvación, porque es una etapa de prueba, es un camino a la eternidad; nos encontramos entre el cielo y el infierno, lo cual depende del uso de nuestra libertad, de guardar la santa ley de Dios, de sostener la fe verdadera.

"Inmediatamente después de la muerte tiene lugar el juicio particular en el cual el fallo divino decide la suerte eterna de los que han fallecido (sent. Próxima a la fe)." Ludwig Ott, Manual de teología dogmática,  página 697. 

Por ello no debemos desalentarnos ante los peligros de cada día, por el contrario, aprender a sacar ventaja de las dificultades para bien de nuestra eterna salvación, incluso de los errores aprender lecciones de humildad, de fe y confianza en Dios nuestro Señor; estar espabilados, conscientes del motivo de nuestra estadía en la tierra, firmes en la fe. 

"Las cosas de este mundo fueron dadas al hombre para que le ayuden a conseguir su fin, que de ellas tanto debemos usar cuanto sirven al fin, y tanto dejar o quitar cuanto nos impiden." San Ignacio de Loyola, ejercicios espirituales. 

Es claro que estamos de camino a la eternidad, que en medio de las circunstancias particulares de nuestras vidas debemos buscar la salvación eterna, que tenemos fortalezas, oportunidades, debilidades, y amenazas, de las cuales debemos aprovecharnos para lo que hemos sido creados, acrecentar nuestros dones y talentos, ser exitosos conforme a nuestra capacidad; no estar esperanzados a que se nos tiene que dar todo, a permanecer en nuestra zona de confort, a culpar al universo mundo de nuestros errores; ¡osadía cristiana!, vivir en plenitud nuestra fe católica, esforzarnos por realizarnos en la presente vida, conquistar el reino de los cielos.   

Para lo cual, es de gran utilidad la asidua meditación de las verdades eternas, la instrucción en la fe católica, la frecuencia de los sacramentos, la asistencia a la santa Misa, la devoción a la augusta Madre de Dios, el examen de conciencia, el plan de vida, el horario, el cuidado de las amistades y lugares que frecuentamos, la asistencia de un director espiritual. 

Roguemos a la santísima Virgen María, nos alcance las gracias necesarias para cumplir nuestras aspiraciones en la presente vida, nos conceda la santa perseverancia y la eterna bienaventuranza. 

“Vivamos bien, y serán buenos los tiempos. Los tiempos somos nosotros; como somos nosotros, así son los tiempos.” San Agustín, sermón LXXX.


Dios te bendiga.


  

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