21 Jun
21Jun

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, los errores, las caídas, y dificultades que padecemos en nuestra vida espiritual, deben hacernos más caritativos con nuestros hermanos, fincarnos en una verdadera humildad, afianzar nuestra confianza en Dios nuestro Señor; porque cuántas almas no aceptan sus errores culpando al universo mundo, o sencillamente abandonan la vida espiritual argumentando que no es para ellas.

"Porque siete veces caerá el justo, y se levantará: mas los impíos se precipitarán en el mal." Proverbios XXIV, 16. 

Los errores y las caídas se deben analizar, confesar, proponer la enmienda, y seguir el camino a la bienaventuranza eterna, desterrar el desaliento que algunas veces tiene su origen en la soberbia, desconfiar de nosotros mismos, poner nuestra seguridad en Dios nuestro Señor, y en los medios de salvación que la Iglesia nos propone.   

Debemos tener un objetivo muy claro: amar y servir a Dios nuestro Señor, para verle y gozarle eternamente; esto acomodado a nuestro estado de vida particular, a nuestros dones y talentos, a nuestras circunstancias de vida, pero debemos coincidir en una determinada determinación, en poner nuestra capacidad en la conquista del reino de los cielos, cuya tarea no es para almas mediocres, pusilánimes, ni egoístas.  

"Sano o enfermo, rico o pobre, sabio o ignorante, honrado o despreciado, con éste o con aquél genio, con muchos o pocos dotes, aptitudes y talentos, puedo alabar, hacer reverencia y servir a Dios." San Ignacio de Loyola, ejercicios espirituales.

¿Quieres o no quieres? ¿Estás dispuesto a poner toda tu capacidad?... Por supuesto que habrá nuevos errores, cosas que aprender, dificultades que afrontar, pero debe prevalecer la voluntad asistida con la ayuda de Dios, la santa perseverancia e inteligencia en conducirnos por los caminos que nos aconseja  la Iglesia, el auxilio de un director espiritual, los medios de santificación.

"Pues tú, hijo mío, fortifícate en la gracia, que es en Jesucristo". II Timoteo II, 1.

Roguemos a la augusta Madre de Dios, nos alcance las gracias necesarias para afrontar las dificultades, mueva nuestra voluntad para emprender el camino de nuestra salud espiritual, ilumine nuestro entendimiento para conducirnos por los caminos adecuados, ponga a las personas indicadas que puedan ayudarnos para mejor amar y servir a Dios nuestro Señor. 

"Reveló la misma Virgen María a santa Brígida, que no había en el mundo pecador tan enemigo de Dios, el cual si acudía a Ella e invocaba su auxilio, no volviese a recobrar de Dios la gracia." San Alfonso María de Ligorio, 'Las glorias de María', capítulo III, § 2º, página 114. 


Dios te bendiga.



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