Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, la vida espiritual tiene sus altibajos propios de la naturaleza humana: momentos de gozo y alegría, otros de sequedades y arideces espirituales; sumado a los errores, pecados, y tal vez fracasos en el caminar de la vida, van constituyendo la fisonomía de un alma en el servicio de Dios, todo acorde al temperamento de la persona, a sus pasiones dominantes, a sus dones y talentos que lo identifican como ente individual.
No podemos apartarnos de la vida espiritual por uno o muchos errores, porque pondríamos en riesgo nuestra eterna salvación, a la que estamos llamados desde que fuimos concebidos en el claustro materno, nuestro destino final es el cielo o el infierno eterno, el cual depende de nuestro libre albedrío, ¿cómo apartarnos del cielo por haber cometido un error o haber fracasado en nuestra vida espiritual?... Es el cielo el que debemos alcanzar, independientemente del camino que hallamos recorrido.
"Inmediatamente después de la muerte tiene lugar el juicio particular en el cual el fallo divino decide la suerte eterna de los que han fallecido (sent. próxima a la fe)". Ludwig Ott, manual de teología dogmática, página 697.
No es para espantarnos, alarmarnos, o dar nuestro parecer, las cosas como son, ¿somos católicos o no lo somos?, ¿aceptamos la doctrina revelada por Dios y propuesta por la Iglesia para ser creída o no?, de lo contrario cada individuo formaría la doctrina que más le complazca, la que crea cierta y viable, lo cual nos apartaría de la verdad revelada.
"Santifícalos con tu verdad. Tu palabra es la verdad." San Juan XVII, 15.
Por esto al cometer un error, sufrir un descalabro, o padecer una agonía en la vida espiritual, es importante sobreponernos inmediatamente, evitar justificarnos o culpar al universo mundo de lo que nos pueda ocurrir, estamos aquí para amar y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto, alcanzar la salvación eterna, con muchos o pocos dones y talentos, en la riqueza o en la pobreza, en la salud o en la enfermedad, en la vida larga o corta, el fin del hombre ha sido definido por el Autor de la vida, quien respeta nuestra libertad de elegir el cielo o el infierno como destino final.
Por esto, es importante conocer nuestra fe católica, vivir el espíritu del Evangelio, sobreponernos a los descalabros y caminos accidentados en la vida espiritual, fortalecernos en la gracia de Dios, para poder resistir al día malo, para no sucumbir en la tribulación, para mantenernos firmes en nuestra fe sacrosanta.
"Porque nosotros no tenemos que luchar contra la carne, y la sangre: sino contra los principados, y potestades, contra los gobernadores de estas tinieblas del mundo, contra los espíritus de maldad en los aires. Por tanto tomad toda la armadura de Dios; para que podáis resistir en el día malo, y estar cumplidos en todo." Efesios VI, 12.
Aceptemos nuestra realidad, dimensionemos el alcance de nuestros actos, tomemos el control de nuestra vida, conozcamos nuestras pasiones, dones, y talentos, para trabajar con una conciencia plena, para no envolvernos en las fábulas ni en las doctrinas de vendedores de sueños, tomando conciencia de nuestra vida católica.
Roguemos a la augusta Madre de Dios, se digne, bendecirnos, amparadnos, y protegernos de todo error, desaliento, y engaño en el que podamos ser sorprendidos, procurando en todo amar y servir a Dios nuestro Señor.
Dios te bendiga.