Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, en la vida espiritual hay etapas de oscuridad, donde las pasiones cobran fuerza, y se presentan graves peligros, tentaciones, dificultades que ponen a prueba la lozanía espiritual, es ahí donde las almas titubean, dudan, y algunas abandonan el camino de la vida espiritual por considerar que no tiene las aptitudes para desarrollarse en santidad de vida.
Toda virtud debe ser probada, no olvidemos que estamos sujetos a la naturaleza humana, expuestos a peligros en todo momento, pues combatimos inevitablemente contra tres grandes enemigos que hacen alianza para apartarnos de Dios, a saber: el mundo, el demonio, y la carne; contra los cuales bástenos la gracia de Dios, unida a nuestra voluntad, y a la razón ilustrada por la fe.
"Y para que la grandeza de las revelaciones no me ensalce, me ha sido dado un aguijón de mi carne, el ángel de Satanás, que me abofetee. Y por esto rogué al Señor tres veces, para que se apartase de mí: y me dijo: te basta mi gracia: porque la virtud se perfecciona en la enfermedad." II Corintios XII, 7.
La fuerza de las tentaciones, aflicciones, y noches oscuras en la vida espiritual, hacen al alma conocer la verdad de la naturaleza humana para fundarla en la humildad, le permiten conocer la grandeza y misericordia de Dios, le muestra lo frágil y transitorio del mundo para no apegarse a él, en fin, gracias a las tribulaciones el alma puede desapegarse de las criaturas, conocer la miseria humana, y la grandeza de Dios nuestro Señor, que permite los males para bien de los que le aman.
"¡Tarde te amé, Belleza siempre antigua y siempre nueva! Tarde te amé. Tú estabas dentro de mí, pero yo andaba fuera de mí mismo, y allá afuera te andaba buscando." San Agustín, Confesiones, libro X, capítulo XXVII.
La demasiada confianza en nosotros mismos, la seguridad de que todo lo podemos alcanzar por nuestra propia industria es un impedimento para el crecimiento espiritual, y es una de las ventajas de las tribulaciones y reveses en la vida espiritual, que nos permiten ubicarnos en la realidad, poner los pies en la tierra, conocer el barro del que estamos formados, y la grandeza de Dios nuestro Señor.
La raíz de los males se encuentra en el pecado, es lo que nos aparta de Dios, lo que nos pone en peligro de condenación eterna, es ahí donde debemos enfocarnos, no ofender a Dios y podremos asegurar el motivo de nuestra estadía en la tierra, no nos perdamos en el universo de ideas y pensamientos que puedan sobrevenirnos, ocupémonos en no pecar y en amar a Dios nuestro Señor, por eso escribe Tomás de Kempis: "Guárdame de todo pecado, y no temeré la muerte ni el infierno." Imitación de Cristo III, XVII, 4.
Mientras estemos en la tierra con nuestra naturaleza humana, no podemos asegurar victoria, es necesario ejercitarnos, como buenos atletas en la virtud, resguardarnos con la vida de unión con nuestro Señor Jesucristo, fortalecernos con los Sacramentos, instruirnos con la lectura espiritual, protegernos con la devoción a la Madre de Dios, tener una vida católica conforme a nuestro estado y condición.
Roguemos a la augusta Madre de Dios, nos mantenga en amistad con su divino Hijo, nos preserve de la corrupción del mundo, del demonio, y de la carne, nos conduzca a la vida eterna.