Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, debemos hacer conciencia que nuestra patria es el paraíso, que la vida que tenemos es solo un paso a la eternidad, y por esta razón debemos guardar los mandamientos de la ley de Dios, vivir en estado de gracia, de tal manera que vivamos nuestra fe católica, llevando el buen olor de Cristo, teniendo el espíritu del santo Evangelio.
"Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos de las armas de la luz". Romanos XIII, 11.
Todos tenemos un juicio particular que enfrentar el día de nuestra muerte, donde se definirá nuestro destino eterno: el cielo o el infierno; lo cual nos debe mover a dar fruto de los dones y talentos que hemos recibido, a vivir en caridad, a sobrellevar las flaquezas de nuestros semejantes, a fortalecernos con los santos sacramentos, a tener una especial devoción a la bendita Madre de Dios, a prepararnos cada día para la eternidad, no por miedo al infierno, sino por amor a nuestro Divino Redentor.
Todos podemos cometer errores, tener fracasos y descalabros en nuestra vida, pero podemos cambiar, contamos con la ayuda de Dios para levantarnos, para corregir nuestros yerros o desaciertos, de tal manera que apartemos de nosotros la mediocridad espiritual, la pereza y el desánimo; en síntesis, podemos y debemos corregirnos, ir de bien en mejor con la determinada determinación de alcanzar la salvación eterna de nuestra alma.
"Y vestíos del hombre nuevo, que fue criado según Dios en justicia, y en santidad de verdad." Efesios IV, 24.
Es desconcertante, la posición de algunas almas que se han deprimido por su pasado, no haciendo nada por su recuperación, por salir del estado de somnolencia espiritual, conformándose con vivir en pecado mortal de manera ordinaria, culpando al pasado, al universo mundo de su estado tan lastimoso; roguemos a Dios nuestro Señor, que nos conceda la gracia de vivir en estado de gracia, de combatir varonilmente con los enemigos de nuestra salvación eterna, de cumplir con nuestra misión en la tierra.
"Luego no soy creado para alabarme, honrarme, servirme y regalarme, sino para alabar, hacer reverencia y servir a Dios." San Ignacio de Loyola, ejercicios espirituales.
La principal lucha es al interior de nosotros, dominar nuestras pasiones desordenadas, refrenar la concupiscencia de la carne, cumplir con nuestras obligaciones de estado, tener la destreza para aprovecharnos de todas las circunstancias de nuestra vida para ganar méritos para la eternidad, de tal manera, que podamos agradar a Dios nuestro Señor en la riqueza o en la pobreza, en la salud o en la enfermedad, en la vida larga o corta, con muchos o con pocos dones y talentos.
Roguemos a la augusta Madre de Dios, nos conceda la gracia para vivir varonilmente en estado de gracia, que aparte de nosotros la somnolencia espiritual, y nos conceda la perseverancia final.
"Reveló la misma Virgen María a santa Brígida, que no había en el mundo pecador tan enemigo de Dios, el cual si acudía a Ella e invocaba su auxilio, no volviese a recobrar de Dios la gracia." San Alfonso María de Ligorio, 'Las glorias de María', capítulo III, § 2º, página 114.