Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, en el santo Evangelio de este domingo, nos dice nuestro Divino Redentor: "Buscad pues primeramente el reino de Dios, y su justicia: y todas estas cosas os serán añadidas." San Mateo VI, 33. Palabras que tienen una profundidad en el alma, porque implica cumplir los mandamientos, nuestras obligaciones de estado, corresponder a las gracias que se nos han sido concedido.
Y así, los esposos deben sobrellevar las penalidades a que están expuestos por el curso de su vida, los hijos, estudiar y reverenciar a sus padres, los consagrados corresponder a su vocación, cumpliendo cada uno la ley de Dios, la de la Iglesia, y nuestros deberes de estado; teniendo como objetivo, directriz, o finalidad buscar el reino de Dios.
Por supuesto que se debe trabajar para nuestro sustento material, utilizar los bienes de este mundo para nuestro bien eterno y temporal, cuidando de no convertir en Idolos las cosas de la tierra, sabiendo que son únicamente medios para llegar al cielo.
"El que se hace esclavo de las riquezas, se sujeta a un dueño duro y a un señor cruel; encadenado por su codicia, soporta la tiranía del demonio; y ¿quién puede amar al demonio? Pero lo soporta." San Agustín, homilía del sermón de la montaña, libro 2.
Los bienes materiales son útiles para nuestro sustento material, y debemos utilizarnos para nuestro bien eterno y temporal, pero no sujetarnos a ellos, mucho menos, ponerlos en el lugar de Dios, por esto san Ignacio escribe: "Las cosas de este mundo fueron dadas al hombre para que le ayuden a conseguir su fin, que de ellas tanto debemos usar cuanto sirven al fin, y tanto dejar o quitar cuanto nos impiden." San Ignacio de Loyola, ejercicios espirituales.
Debemos buscar el reino de Dios viviendo en gracia, guardando los mandamientos de Dios y de la Iglesia, cumpliendo nuestras obligaciones de estado, fructificando nuestros dones y talentos, llevando con paciencia las penalidades de esta vida, sirviéndonos de las cosas de este mundo para buscar el reino de Dios.
"Las cosas se deben medir por cuanto le ayuden o estorben a la consecución de su último fin, se sigue que, considerándolas en sí mismas por su respeto y amor no debe inclinarse más a unas que a otras, cualquiera que sean." San Ignacio de Loyola, ejercicios espirituales.
Si la Divina Providencia nos concede bienes materiales, sirvámonos de ellos para nuestra eterna salvación, pero no le demos el lugar que le corresponde a Dios, así como tampoco, suspiremos y meditemos en el dinero como si de él dependiera nuestra eterna salvación.
Roguemos a la augusta Madre de Dios, se digne bendecirnos, concedernos lo que necesitamos para vivir, acrecentar nuestra fe en la Divina Providencia, y perseverar en la gracia de Dios hasta el fin de nuestra existencia.
Dios te bendiga.