"No te ruego, que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, así como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos con tu verdad. Tu palabra es la verdad." San Juan XVII, 15.
"Cuantas cosas hay en el mundo pueden servir de instrumentos al fin, pero no todas arman a todos ni son útiles en todos los tiempos." San Ignacio de Loyola.
"Martha, Martha, muy cuidadosa estás, y en muchas cosas te fatigas. En verdad una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la mejor parte, que no le será quitada." San Lucas X, 41.
Detente, has una pausa en tu vida, da lugar a la meditación, a la oración y al silencio en compañía de Jesús sacramentado, corrige el rumbo y continua tu caminar por esta tierra que es un lugar de paso, porque nuestra patria es el paraíso.
Nuestra vida es un tránsito a la eternidad, nuestra muerte es inminente, incierto el día y la hora, pero, tenemos que morir y entregar cuentas a Dios Nuestro Señor de cada una de nuestras obras.
Sano o enfermo, rico o pobre, sabio o ignorante, honrado o despreciado, con éste o con aquél genio, con muchos o pocos dotes, aptitudes y talentos, puedo alabar, hacer reverencia y servir a Dios.
"Esta es la voluntad de Dios, a saber, vuestra santificación: que os abstengáis de la fornicación, que sepa cada uno de vosotros usar del propio cuerpo santa y honestamente".
Las cosas de éste mundo fueron dadas al hombre para que le ayuden a conseguir su fin, que de ellas tanto debemos usar cuanto sirven al fin, y tanto dejar o quitar cuanto nos impide.