Queridos hermanos en Nuestro Señor Jesucristo, aprovechemos el tiempo que Dios nos concede para nuestra salvación eterna, recordar cada día que debemos entregar cuentas de cada uno de nuestros actos a Nuestro Divino Redentor, por lo cual, empeñarnos en obras santas. "Esta es la voluntad de Dios, a saber, vuestra santificación: que os abstengáis de la fornicación, que sepa cada uno de vosotros usar del propio cuerpo santa y honestamente".
En el caminar por el mundo se nos olvida con facilidad el fin de nuestra existencia, debido a las múltiples ocupaciones, distracciones, entretenimientos y pasiones de nuestra humana naturaleza; por esto, es importante la meditación cotidiana de las verdades eternas, recordar con frecuencia las postrimerías y el fin de nuestra existencia: El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios Nuestro Señor y, mediante esto, salvar su alma.
Independientemente del temperamento, carácter, salud o condición económica; debemos buscar en todo nuestra salvación eterna, para esto, es saludable meditar algunos consejos de San Ignacio de Loyola, a saber:
"Sano o enfermo, rico o pobre, sabio o ignorante, honrado o despreciado, con éste o con aquél genio, con muchos o pocos dotes, aptitudes y talentos, puedo alabar, hacer reverencia y servir a Dios."
"Abrazar la cosa, bien que repugnante, si me ayuda para salvarme, y dejarla, bien que dulce y gustosa, si ha de impedir el bien del alma."
"Las cosas se deben medir por cuanto le ayuden o estorben a la consecución de su último fin, se sigue que, considerándolas en sí mismas por su respeto y amor no debe inclinarse más a unas que a otras, cualquiera que sean."
Aprovechar el tiempo queridos hermanos para hacer oración, para tener lectura espiritual, para hacer una obra de caridad, para perdonarnos a nosotros mismos, perdonar a los demás, pedirle perdón a Dios de nuestros pecados y emprender una vida agradable a Nuestro Señor Jesucristo, perfeccionándola con el fruto de la perseverancia, la sagrada humildad y las obras santas.