04 Mar
04Mar

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, debemos tener la habilidad para vivir en el mundo buscando nuestra santificación, la destreza para no enredarnos en lo que nos aparta de nuestro fin sobrenatural; la inteligencia para amar y servir a nuestro Dios nuestro Señor en la riqueza o en la pobreza, en la salud o en la enfermedad, en la honra o en la deshonra, en la vida larga o vida corta, con muchos o con pocos talentos. 

En el mundo estamos expuestos a una gran cantidad de información, estamos sujetos a las políticas y leyes de nuestro país, a la recesión económica, a nuestras pasiones y debilidades personales, a las miserias de la humana naturaleza. 

Y, aquí debemos salvar nuestra alma, debemos cumplir con el fin de nuestra existencia y motivo de nuestra estadía en la tierra, a saber: "El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su alma." San Ignacio de Loyola, 'ejercicios espirituales'. 

Esto constituye el eje rector de nuestra vida, el fundamento de nuestra existencia, pero, ¿cómo hacerle para que no se nos olvide?, ¿cómo sostenernos en este propósito?... 

Un fin sobrenatural, requiere medios sobrenaturales unidos a las disposiciones de nuestra naturaleza humana, es decir, requerimos de la oración, que es: La elevación del alma a Dios, para adorarle, darle gracias, implorar perdón por nuestros pecados y pedirle lo que necesitamos; requerimos de la frecuencia de los sacramentos, particularmente de la sagrada comunión; de la meditación de las verdades eternas, de la lectura espiritual, de la verdadera devoción a la Santísima Virgen María, de la intercesión de los Santos, del cuidado de nuestros sentidos, unido a una vida cristiana que incluye las amistades, diversiones, conversaciones, pensamientos, todo lo cual, se construye lentamente a lo largo de nuestra vida.

"No te ruego, que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, así como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos con tu verdad. Tu palabra es la verdad." San Juan XVII, 15. 

Es tiempo de despertar, de asumir las riendas de nuestra vida, de trabajar con profesionalidad en bien de nuestra salud espiritual, de hacer las cosas bien hechas, de tener un plan de vida acomodado a nuestras condiciones particulares, en fin, ser responsables del cuidado de nuestra alma. 

"Salvada el alma, todo está salvado; perdida el alma, todo está perdido, y perdido para siempre." San Antonio María Claret. 

Roguemos a la augusta Madre de Dios, nos bendiga con una bendición de amor, mueva nuestra voluntad y entendimiento para vivir de tal manera, que alcancemos la eterna bienaventuranza. 

"Ni debe pecador alguno temer jamás ser desechado de María si acude a su piedad. No: porque ella es Madre de misericordia, y como tal desea salvar a los más desdichados. María es aquella arca feliz donde el que se refugia, dice san Bernardo, no perecerá el naufragio de la eterna perdición." San Alfonso María de Ligorio, 'Las glorias de María' capítulo II, § 1º. 


Dios te bendiga.



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