Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, debemos vivir con la alegría de los hijos de Dios, con los pies en la tierra y la mirada en el cielo, recordando que nuestra patria es el paraíso, la tierra un tránsito a la eternidad, sin olvidar el fin de nuestra existencia, a saber: "El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su alma."
Difícilmente tendremos las circunstancias a nuestro gusto, las cosas a nuestro parecer y el modelo de santificación personal conforme a nuestro deseo.
Tiempo es de despertar, de ubicarnos en la realidad y trabajar con dedicación en la santificación de nuestra alma, en poner los dones que hemos recibido al servicio de los demás por amor a Dios.
Crear las circunstancias favorables para una vida cristiana, luchar contra nuestras inclinaciones al pecado, fortalecer los dones que hemos recibido de Dios, y en general, vivir con la alegría de los hijos de Dios en el buen combate por nuestra salvación eterna. "¿No sabéis, que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?" Corintios VI, 15.
Por esto, queridos hermanos, vale la pena rezar el santo Rosario atenta y devotamente, frecuentar los sacramentos, darnos un tiempo para la meditación de las verdades eternas, para la lectura espiritual, en fin, hacer buen uso del tiempo que tenemos para bien de nuestra salvación eterna.
"Aún cuando os hallaseis en el borde del abismo o tuvieseis ya un pie en el infierno; aunque hubieseis vendido vuestra alma al diablo; aun cuando fueseis un hereje endurecido y obstinado como un demonio, tarde o temprano os convertiréis y os salvaréis, con tal que (lo repito, y notad las palabras y los términos de mi consejo) recéis devotamente todos los días el Santo Rosario hasta la muerte, para conocer la verdad y obtener la contrición y el perdón de vuestros pecados." San Luis María G. de Montfort, El secreto del Rosario.