Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, hemos iniciado la santa cuaresma con el miércoles de ceniza, procuremos aquietar nuestro espíritu, sosegar nuestros pensamientos, disponer nuestro cuerpo con el ayuno y la abstinencia para consagrarnos a Dios, para pedirle que habite en nosotros de una manera plena.
Las prisas, los afanes y preocupaciones del mundo, impiden tranquilizar nuestra alma, entregarnos a la meditación de las verdades eternas, a la oración sosegada, a la lectura espiritual; debemos aprovechar el tiempo de la cuaresma para detenernos, para encontrarnos con Dios nuestro Señor, para reflexionar lo que estamos haciendo con nuestra vida...
"Si preparas digna morada interiormente a Jesucristo, vendrá a ti y te mostrará su consolación. Toda su gloria y hermosura está en lo interior, y allí se está complaciendo. Su continua visitación es con el hombre interior; con él habla dulcemente, tiene agradable consolación, mucha paz y admirable familiaridad." Imitación de Cristo II, I, 1º.
¿Cuándo aplacaremos nuestro espíritu para entregarnos a Dios? Que Cristo viva en nosotros plenamente por la gracia, que llevemos el buen olor de Cristo en nuestra vida, que tomemos ocasión de los incidentes para elevarnos al cielo. "Y vivo, ya no yo: mas vive Cristo en mí." Gálatas II, 20.
Aprovechemos la cuaresma para invocar al Espíritu Santo, para consagrarnos al Sagrado Corazón de Jesús, y al inmaculado Corazón de María. ¿Quién te asegura que tendrás tiempo, condiciones, y voluntad para hacerlo?...
"No pierdas, hermano, la confianza de aprovechar en las cosas espirituales; aún tienes tiempo y ocasión. ¿Por qué quieres dilatar tu propósito? Levántate y comienza en este momento y di: Ahora es tiempo de obrar, ahora es tiempo de pelear, ahora es tiempo conveniente para enmendarme." Imitación de Cristo I, XXII, 4.
Roguemos a la Santísima Virgen María se digne mover nuestros corazones, para aprovechar el tiempo de la santa cuaresma en bien de nuestra salud espiritual, para reformar nuestra vida, y consagrarnos a Dios nuestro Señor plenamente.
"María es madre de los pecadores que quieren arrepentirse, y como madre no puede dejar de compadecerse de ellos; de suerte que parece siente como propios los males de sus hijos." San Alfonso María de Ligorio, 'Las glorias de María', capítulo 1, § 4º.