27 Jan
27Jan

Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, una vida ordenada en Cristo tiene muchos beneficios: alegra el alma, asegura su salvación eterna, tiene orden de vida, cumple con el fin de su existencia, y sobre todo, es grata a Dios nuestro Señor. 

El grave impedimento para una vida cristiana, es la presencia de Satanás por el pecado en nuestra vida, ruina de la gracia de Dios, nos pone en grave peligro de condenación eterna, nos aficiona y nos vuelve dependientes a manera de esclavos, recuerda: "El estipendio y paga del pecado, es la muerte." Romanos VI, 23. 

¿Por qué esclavizarnos al pecado mortal? Por caridad, por amor a nosotros mismos, debemos vivir en gracia de Dios, disfrutar realmente de una vida en Cristo Jesús, vale la pena trabajar en bien de nosotros mismos, dar fruto de los dones que hemos recibido de Dios, ser generosos en el bien obrar. 

"Así también vosotros consideraos, que estáis de cierto muertos al pecado, pero vivimos para Dios en nuestro Señor Jesucristo. Por tanto no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que obedezcas a sus concupicencias. Ni ofrezcáis vuestros miembros al pecado por instrumentos de iniquidad: mas ofreceos a Dios, como resucitados de los muertos: y vuestros miembros a Dios, como instrumentos de justicia." Romanos VI, 11.

Por esto, queridos hermanos, requerimos cristianizar nuestra vida, tener cada día un tiempo destinado para la meditación de las verdades eternas, lo cual es un gran alimento para el alma y para el intelecto; frecuentar los sacramentos, procurar la lectura espiritual, y trabajar en adquirir la verdadera devoción a la Santísima Virgen María. 

¿Cómo vivir en gracia de Dios sin oración? Sencillamente, no se puede, comencemos una reforma de vida, imploremos el auxilio de la augusta Madre de Dios, procuremos rezar el santo Rosario para bien de nuestra alma y de nuestros seres amados. 

"La Santísima Virgen reveló al Beato Alano de la Roche que después del santo sacrificio de la Misa, que es la primera y más viva memoria de la pasión de Jesucristo, no había devoción más excelente y meritoria que el Rosario, que es como una segunda memoria y representación de la vida y pasión de Jesucristo." San Luis María G. de Montfort, El secreto del Rosario, Rosa XXVIII. 


Dios te bendiga.





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