Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, el tiempo pasa en un instante, la eternidad se acerca cada día y se desaprovechan muchas obras para nuestra santificación, asegurando que tendremos una larga vida: "Y así, mirad, hermanos, que andéis con gran circunspección, no como necios, sino como prudentes: recobrando en cierto modo, el tiempo perdido". Efesios V 15.
Meditar con calma en el día de nuestra muerte, en las cuentas que hemos de entregar a Dios nuestro Señor, lo cual, nos sirva para frecuentar los sacramentos con pureza de intención, para rezar cada día el santo Rosario, para hacer obras de misericordia; en fin, para llevar una vida cristiana.
"¿De qué le sirve al hombre el ganar todo el mundo, si pierde su alma?" Mateo XVI, 26.
Hagamos un es fuerzo por cristianizar nuestra vida, por reconocer nuestros errores, reparar nuestras faltas, vivir cristianamente en los tiempos presentes, en las circunstancias actuales: “Vivamos bien, y serán buenos los tiempos. Los tiempos somos nosotros; como somos nosotros, así son los tiempos.” San Agustín, sermón LXXX.
¿Por dónde comenzar? Por una buena confesión, por el propósito firme de implorar el auxilio de la Santísima Virgen María mediante el rezo atento, despacio del santo Rosario, medio seguro de salvación eterna.
"Aún cuando os hallaseis en el borde del abismo o tuvieseis ya un pie en el infierno; aunque hubieseis vendido vuestra alma al diablo; aun cuando fueseis un hereje endurecido y obstinado como un demonio, tarde o temprano os convertiréis y os salvaréis, con tal que (lo repito, y notad las palabras y los términos de mi consejo) recéis devotamente todos los días el Santo Rosario hasta la muerte, para conocer la verdad y obtener la contrición y el perdón de vuestros pecados." San Luis María G. de Montfort, El secreto del Rosario.