Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, cuidemos de nuestra salud espiritual para vivir cristianamente, vigilemos los amores que habitan en nuestro corazón, los pensamientos predominantes de nuestro intelecto, los deseos de nuestra voluntad; porque el pecado mortal se presenta en un alma que regularmente se ha descuidado.
Cuanto bien nos hace el vivir cristianamente, el tener momentos de soledad y silencio en compañía de Jesucristo nuestro Señor, frecuentar los sacramentos, tener lectura espiritual, examinar nuestra conciencia, invocar con frecuencia a la augusta Madre de Dios.
"Bienaventurados los que se alegran de entregarse a Dios, y se desembarazan de todo impedimento del mundo." Imitación de Cristo III, I, 1.
El pecado, queridos hermanos, es un fracaso para nuestra vida, la reincidencia en el pecado dominante es una esclavitud lastimosa; regularmente se presenta en una vida disipada, de prisas y ajetreos, nos despoja de la amistad con Dios nuestro Señor, nos quita la verdadera libertad de los hijos de Dios.
"En todo pecado, el hombre se deja influenciar por el seductor original. Todo pecador, al pecar, se pone del lado de los enemigos de Dios, siendo el diablo el primero de ellos. El pecador se somete al diablo cuando deja de obedecer a Dios. El hombre no puede salir de la siguiente alternativa: o se somete a Dios o queda sometido al diablo". Michael Schmaus, Teología Dogmática, tomo II, § 124, página 274.
Cuidemos con amor de nuestra salud espiritual, atendamos cariñosamente la gracia de Dios que habita en nosotros, protejamos con esmero la amistad con nuestro ángel de la guarda y con los bienaventurados. ¡Cuánto bien nos hace vivir santamente!
El mundo siempre tiene prisa, es demandante; absorbe nuestro entendimiento, memoria y voluntad, hasta despojarnos de la gracia de Dios. ¿Y, a cambio de qué?... De un bien aparente, de un estilo de vida, de un momento de placer...
"¿Qué es todo lo temporal, sino engañoso? Y ¿qué te valdrán todas las criaturas, si fueres desamparado del Criador?" Imitación de Cristo III, I, 2.
Preparemos una morada para nuestro Señor en nuestro corazón, que nuestra vida lleve el buen olor de Cristo; hagamos el propósito de vivir cristianamente, no importa que hayamos caído en pecado mortal o tenido fracasos espirituales, la misericordia de Dios es infinita, tenemos tiempo para llevar una vida cristiana.
"Mas Dios, que es rico en misericordia, por su extremada caridad con que nos amó, aún cuando estábamos muertos por los pecados, nos dió vida juntamente, por cuya gracia sois salvos". Efesios II, 4.