La frecuencia y la violencia de las tentaciones varían por extremo: hay almas que son continua y fuertemente tentadas; otras hay que apenas lo son y sin sentir conmociones. Muchas causas explican esta diversidad:
1.- EL TEMPERAMENTO Y EL CARÁCTER.- Hay personas muy apasionadas y al mismo tiempo flacas de voluntad, las cuales son muy tentadas y andan revueltas con la tentación; otras hay muy equilibradas y esforzadas, que apenas padecen de vez en cuando alguna tentación, y que conservan la calma en medio de ella.
2.- LA EDUCACIÓN.- Hay almas educadas en el temor y amor de Dios, en el cumplimiento constante del deber, y que no han visto sino buenos ejemplos; otras, por el contrario, se educan en el amor al placer y en el horror al padecer, y han contemplado hartos ejemplos de vida mundana y sensual. Echase de ver que éstos últimos serán mucho más tentados que los primeros.
3.- LA PROVIDENCIA.- También se han de tener en cuenta los designios providenciales de Dios: hay almas a las cuales elige para un elevado estado de santidad, y cuya pureza resguarda con celoso cuidado; otras, a las que también destina para la santidad, y quiere que pasen por pruebas muy duras para confirmarlas en la virtud; otras, por último, que no son elegidas para vocación tan elevada, y que habrán de ser muy tentadas, pero nunca más allá de lo que resistan sus fuerzas.
Tanquerey, Compendio de Teología Ascética y Mística, página 586.