Queridos hermanos en nuestro Señor Jesucristo, una de las cosas que más afectan a la vida en su conjunto es la mediocridad, el conformismo con la irresponsabilidad, el sistema donde se evaden compromisos y consecuencias, donde se culpa al universo mundo de la ineptitud personal, lo cual, trasladado a la vida espiritual es devastador.
¿Cómo salir de este estado, si ni siquiera, reconoce su culpa? ¿Cómo ayudar, a quien no le interesa en lo absoluto su vida espiritual?... Nunca se tiene la culpa, siempre existen pretextos, y al final, se escabullen porque no les interesa hacer las cosas bien hechas.
La vida espiritual no consiste en palabras, ni en actitudes externas, ni en propósitos inconsistentes; se requieren resultados, fruto de la voluntad perseverante, de la gracia de Dios, y del método indicado.
En los asuntos de la Iglesia, como en la vida espiritual y de nuestro aprovechamiento sobrenatural, se requiere hacer las cosas bien, dedicar lo mejor de nosotros para obtener resultados en la misma magnitud.
"Una voluntad a medias, al igual que una oveja sarnosa, basta para contagiar todo el rebaño. Si entre vosotros hubiera ya alguna de ésas que se haya introducido en vuestro redil por la falsa puerta del mundo, echadla fuera en nombre de Jesucristo crucificado, considerándola como lobo entre ovejas." San Luis María G. de Montfort, "Carta circular a los amigos De la Cruz", parte II, 1º.
No cometamos el error de pensar, que las cosas de Dios, y de nuestro provecho espiritual, se deben hacer cuando se lleva gusto, abusar de la infinita misericordia de Dios para justificar la irresponsabilidad; muy distinta es la flaqueza humana, de la mediocridad espiritual como sistema de vida.
En la vida espiritual, ordinariamente se han de presentar fracasos, sin sabores, arideces y desolaciones, insatisfacciones sensibles, tentaciones abrumadoras, crisis, dudas, y un sin fin de momentos muy propios de la naturaleza humana; pero es ahí, queridos hermanos, donde a pesar de todo, se debe perseverar, mantenerse en los propósitos, no doblegarse ante los días aciagos, ser profundamente responsables con nuestra vida espiritual; y por esto, muchas almas están en la consolación y en la bonanza, pocos en la desolación e ignominia espiritual.
"Todos quieren gozar con Él, mas pocos quieren sufrir algo por Él. Muchos siguen a Jesús hasta el partir el pan, mas pocos hasta el beber el cáliz de la pasión. Muchos honran sus milagros, mas pocos siguen el vituperio de la cruz. Muchos aman a Jesús cuando no hay adversidades. Muchos le alaban y bendicen en el tiempo que reciben de Él algunas consolaciones; mas si Jesús se escondiese y los dejase un poco, luego se quejarían o desesperarían mucho." Imitación de Cristo II, XI, 1.
Santa Teresa de Jesús, pedía a sus religiosas una "determinada determinación", es decir, una voluntad constante, a pesar de las dificultades que puedan presentarse en el caminar ordinario de la vida espiritual.
Roguemos a la Santísima Virgen María, nos conceda una voluntad determinada, la santa perseverancia, y las gracias necesarias, para perseverar en cargar nuestra cruz, siguiendo los pasos de nuestro Señor Jesucristo.
“Entonces dijo Jesús a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame". San Mateo XVI, 24.