Miradme, ¡oh mi amado y buen Jesús! Postrado ante vuestra presencia: os pido y ruego con el mayor fervor que imprimáis en mi corazón los más vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad, verdadero dolor de mis pecados y un firmísimo propósito de la enmienda: mientras que yo, con todo el afecto de mi alma y toda la compasión de que soy capaz, voy considerando vuestras cinco llagas, comenzando por lo que dijo en vuestro nombre, ¡oh buen Jesús! El profeta David: Han taladrado mis manos y mis pies, y se pueden contar todos mis huesos.
Indulgencia plenaria con confesión, comunión y rezar por las intenciones del papado cinco Padrenuestros, Avemarías y Gloriapatris. Papa Pío IX, 31 de julio de 1858.